La polarización política se llevó río abajo el día de la Constitución. Algunos periódicos lo explican con benevolencia, como La Vanguardia ("celebración deslucida"), o con contundencia, como El País ("falta de consenso para la reforma"), El Punt Avui ("inmovilismo constitucional") o Ara ("bloqueo político"), mientras que el Trío de la Bencina, incapaces de hacer otra cosa que no sea echar las culpas al Ejecutivo, acusan a los presidentes del gobierno y del Congreso, Pedro Sánchez y Meritxell Batet, de cargarse la festividad por exigir al Partido Popular que... cumpla la Constitución. Habrase visto.

Es así de fuerte. Si el PP bloquea la renovación del Tribunal Constitucional, del Poder Judicial y de nosécuántos organismos más, es porque hace política, porque tiene todo el derecho y/o porque así protege a la misma carta magna, etcétera. Ahora, España se va por el fregadero si Podemos dice que la Constitución es "un traje viejo", los soberanistas son el demonio porque el presidente Aragonès dice que la Constitución "limita las aspiraciones" de Catalunya y que "el Govern no quiere ninguna reforma de la Constitución española, quiere una Constitución catalana", o el PNV es un partido de felones porque reclama el reconocimiento de la nación vasca en una futura nueva Constitución. El del diario es un comportamiento que se parece bastante a la hipocresía.

En La Razón, por ejemplo, el título principal dice que da igual dos meses que dos años más de bloqueo del Poder Judicial —cosa que depende absolutamente de que PSOE y PP, los dos grandes partidos dinásticos, constitucionalistas, etcétera, se pongan de acuerdo—, pero al subtítulo dice que "el gobierno y el PP temen el uso que ERC, Vox y Podemos hagan de sus pactos de Estado". Vaya. La parálisis de uno de los tres poderes no representa ningún problema. Que ERC y Podemos, partidos de gobierno en España y en Catalunya, hagan política sí que es un enredo y motivo de temor. Encima tienen que verse equiparados con Vox, que ya tiene narices. Pucurull, un maratoniano tuitero de 83 años, hace una reflexión que quizás mil periodistas y políticos todavía no pescan o no quieren pescar: "Hoy es el día de la constitución española. Aquello de 1978 que es inmodificable, incorregible, inflexible, invariable... Es decir, inservible".

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