El Trío de la Bencina (se añade El Periódico) vuelve a practicar la redacción sincronizada para esconder que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, aceptaría indultar a Carles Puigdemont y a otros represaliados. El escándalo ha sido y es indescriptible. A los populares les han dicho de todo, desde hipócritas hasta cínicos y todos los calificativos que caen en medio. En el partido afilan los cuchillos y el kommentariat ya hace circular que Feijóo solo se ha salvado porque el domingo día 18 hay elecciones autonómicas en Galicia y quedaría feo celebrarlas con su ataúd en medio de la jornada. Como la posibilidad de que el PP pierda la mayoría absoluta es real, ha sonado la corneta para reunir a todas las tropas en la tarea de salvar al soldado Feijóo y silenciar sus declaraciones, que no salga humo por la chimenea. Es cómico, porque no hay modo de evitar que los lectores lo sepan y el diario hace el ridículo por callar el tema del que todo el mundo habla.

Por lo visto en las portadas, los platos rotos de Feijóo los pagará el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. La consigna es colgarle el asesinato de dos guardias civiles en Barbate (Cádiz), acusándolo de exponer a los agentes a raíz de la disolución de una unidad de élite antinarco llamada OCON Sur. Naturalmente, esta es la versión del Cuerpo. Claro. ¿Qué van a decir? No habían ni enterrado a los dos agentes atropellados por la lancha de los traficantes y ya corrían las filtraciones contra Marlaska. Es lógico que los afectados culpen a los políticos de turno —se entiende el afán de revancha, aunque no hable muy bien de su profesionalidad. Lo que no tiene tanto sentido es que un diario lo suelte sin más: ni verificación, ni versión del ministerio, ni preguntar cómo se reorganizaron, ni nada. Ya ni disimulan.

El Periódico da un paso adelante muy atrevido. Se hace eco a toda portada de las ganas de la Armada española, amparada por el ministerio de Defensa, de intervenir contra el narco. Se entiende que los militares, en caliente, pidan “que nos dejen actuar”. Pero se hace raro que un diario, con más tiempo para pensar y un poco de distancia y de juicio, se apunte al desfile. Históricamente, encomendar a las fuerzas armadas tareas policiales —terrorismo, tráficos ilegales, mafias…— nunca ha acabado muy bien. Que también vistan uniforme, lleven armas, etcétera, no los hace eficientes para investigar y actuar como la policía. Su formación y competencias son diferentes. Por eso ningún país utiliza a la policía para hacer la guerra. Ejemplos hay a paladas. Francia desplegó 10.000 soldados en la calle tras los asesinatos en la revista Charlie Hebdo de enero del 2015. Once meses después, 130 personas fueron asesinadas en los atentados en la sala de fiestas Bataclan y otros siete lugares del centro de París. El ejército no ha dejado de patrullar ni el yihadismo de matar. Un caso muy extremo de la inoportunidad del ejército como policía es el último gobierno de María Estela Martínez de Perón y la subsiguiente dictadura argentina. El encargo a las fuerzas armadas de liquidar el terrorismo acabó en terrorismo de Estado y 30.000 “desaparecidos”, como evoca la película Argentina, 1985, de Santiago Mitre, con Ricardo Darín en el papel del fiscal Julio César Strassera.

Como casi siempre que la realidad deja poco espacio de maniobra, La Vanguardia se pone más de perfil. Aunque el domingo y lunes abría esperanzadamente con el Feijóo indultador y con ganas de Junts, este martes —con un Feijóo refractario y enrocado— prefiere abrir con la composición de la actual población de Catalunya: uno de cada cuatro son extranjeros. El título tiene un aire un poco alarmante. Ara lo pinta como un retroceso de un Feijóo débil o debilitado. Es alguna cosa. Por suerte, El País, en una reacción periodística típica (típica del periodismo, se entiende), ha reconstruido punto por punto la reunión donde un “alto dirigente” del PP flotó la idea de indultar a Puigdemont. Aleluya.

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