Claro que los rebrotes de la covid-19 inquietan más a la gente que las corruptelas pasadas y presentes de la casa real o el alcance de la intervención de Felipe González en la guerra sucia contra la banda terrorista ETA. Estas miserias se dan por descontadas y/o superadas, mientras que la pandemia es una presencia inquietante y amenazadora que revive aquí y allí —y mata. Da más miedo la enfermedad que el dinero presuntamente malogrado y malbaratado por los reyes o el mismo terrorismo de Estado, que se ven como fenómenos inevitables y lejanos, casi ajenos.
Este marco mental facilita que las portadas de hoy —como las de ayer y anteayer, etcétera— se concentren en la pandemia, un miedo más inmediato y actual, mientras que dejan de lado inquietudes institucionales y de derechos, que más que individuos —que también— matan al país y a largo plazo.
El País lleva hoy en portada una investigación aterradora —chapeau por el trabajo— sobre el fracaso de la Comunidad de Madrid en salvar a los mayores de las residencias con un plan encargado a una persona incompetente, inexperta e inepta —pero bien conectada—, que pensaba más en su bolsillo que en salvar a los abuelos. El resultado: 4.200 muertos, el 15% del total de España. ¿No sería absurdo que el diario lo dejara correr porque, total, los muertos ya están muertos, y hablar de ello sólo aumenta el dolor de los vivos?
En otra escala, La Vanguardia suma los rebrotes de la Llitera, de Corea del Sur y de Lisboa para decir que se frenan las desescaladas. ¿No es demasiado resultado con tan poca suma? La Razón titula "De la alerta al rebrote", como queriendo decir que ya volvemos a estar como en marzo y abril —una exageración destacable. ¿Para dar miedo gratis mientras la casa sigue sin barrer?
El Mundo vuelve a remover entre los papeles del excomisario Villarejo y desentierra otra excusa para salpicar al ministro Marlaska, en lo que no pudo cargarse con las fantasías sobre la mani feminista del 8-M y la propagación de la covid-19. ABC acusa a Pedro Sánchez, por no defender a Felipe González como le gustaría al tabloide monárquico. ¿Por qué tendría Sánchez que hacerlo? ¿Qué obligación tiene? Parece que ABC la da por descontada y se escandaliza de que no sea así. Quizás no hace falta que griten tanto. González tiene suficientes recursos, jurídicos y de los otros, para defenderse él solito de lo que hizo... cuando Pedro Sánchez no tenía ni quince años.
Entretanto, nada por aquí, nada por allà, los cánceres del sistema se esconden bajo la alfombra de esas portadas mudas. Los diarios pueden excusar su silencio agarrándose al clásico romano Tito Livio —"Olvidemos lo que ya ha pasado, porque podemos lamentarlo pero no rehacerlo"— pero serán juzgados por el moderno norteamericano George Santayana: "Aquellos que no pueden recordar su pasado están condenados a repetirlo".