Hoy te tienes que quitar el sombrero con la pirueta acrobática de La Vanguardia en su titular principal. Para darte cuenta de la maniobra fíjate primero en los de Ara y El País, que explican el disgusto y el cabreo de las autonomías por la gestión de la pandemia que hace "la única autoridad competente", presidida por Pedro Sánchez. En cambio el diario de los Godó vende otro relato: Sánchez no puede hacerlo todo solo, pobrecillo, y si hasta ahora no sale adelante es por la poca voluntad de las comunidades autónomas, a las que invita a pactar y colaborar. (El Periódico se esfuerza en decir lo mismo, sí, pero sin maña, y le queda una pancarta —otra— del gobierno español).
O sea, el gobierno de Sánchez, que desde el inicio del estado de alarma ha centrifugado las competencias de las autonomías, pide ahora a las mismas autonomías que se porten bien, como si tuvieran la responsabilidad. Encima, en un subtítulo, La Vanguardia hace entender que Torra encabeza la insolidaria revuelta autonómica. ¿No es genial?
La Vanguardia y su kommentariat han mantenido la fe en la narrativa de los Nuevos Pactos de la Moncloa durante toda la semana pasada hasta el final, contra todo y todos. Ahora han encontrado una nueva manera de explicar su adicción a esta realidad virtual —que ya veremos cómo acaba, porque aquí hay muertos de por medio. "Médicos y pacientes han muerto innecesariamente", decía ayer Nicholas Kristof en The New York Times a propósito de las confusiones de Trump con la covid-19. No vaya a pasar aquí lo mismo.
Entretanto, de la vuelta al trabajo decretada para hoy (mañana en Catalunya), de la improvisación y falta de apoyo político, técnico y material con que se gestiona, de la ausencia de tests masivos, nadie dice nada salvo El Mundo, que estos días le hace al gobierno español un marcaje al hombre por todo el campo que ni el Atlético de Madrid del Cholo Simeone —incluidas entradas con las piernas por delante.
La guerra de papel
ABC se desmelena hoy y habla de "guerra casa por casa", que es mucho más que una hipérbole. A los que saben de la cosa bélica les remite a la cruel y decisiva batalla de Stalingrado, invierno de 1942, o a escenas de Salvar al soldado Ryan, de Steven Spielberg, o de Band of Brothers, aquella serie formidable de HBO. El Periódico también utiliza lenguaje combativo y habla de "lucha". Otros días, otros diarios también han utilizado expresiones castrenses para hablar de la pandemia ("enemigo invisible", "frente hospitalario", cosas así). Hoy ABC llama la atención porque se pasa veinte pueblos, y también llama la atención la foto de los sanitarios con que el diario de los Moll ilustra la "lucha".
Es el mismo vocabulario del discurso que ayer hizo Pedro Sánchez, el mismo al que nos tienen acostumbrados en las insustanciales ruedas de prensa diarias de los diversos ejecutivos que van y vienen, una al mediodía y otra por la noche, como los telediarios. Ministros y consellers pueden utilizar las palabras y expresiones que les plazca, faltaría más. Pero cuando los diarios usan el mismo lenguaje, los mismos argumentos y la misma manera de razonar que los políticos, algo huele a quemado. (Si lees el reportaje de Kristof te darás cuenta de que en ningún momento se pone la gorra de plato y se explica la mar de bien).
Frank-Walter Steinmeier, un político socialista que es el presidente de Alemania, cargo simbólico —pero electo— ha dicho este sábado a sus conciudadanos que "esta pandemia no es una guerra. No se enfrentan naciones contra naciones ni soldados contra soldados. Es una prueba para nuestra humanidad. Saca lo mejor y lo peor de las personas...". Y de los diarios.