Un general de la Guardia Civil ha pronunciado un discurso abiertamente político en la celebración de la fiesta del cuerpo. Lo ha hecho ante varias autoridades civiles —incluida la delegada del gobierno español—, en un momento de gran tensión política —a punto de llegar la sentencia y en medio de una descarada campaña electoral—, con una argumentación dudosamente constitucional y una retórica desatartalada que huele a pronunciamiento. El discurso del director general de la Guardia Civil no le iba muy a la zaga. Ambos oradores han dado por culpables a los encausados, incluidos el Major Trapero y la Intendent Laplana, y han insinuado sin mucho disimulo que el Govern y el Parlament són cómplices, etcétera. En el acto se ha condecorado al juez del 13 —en paz descanse— y a un testigo de la acusación, la secretaria judicial que fue decisiva en la inculpación de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart. El mensaje es fácil de entender. El Punt Avui lo resume bien.
¿Qué dicen los diarios en portada? Pues nada —salvo Ara y El Punt Avui. Hacen ver que no es para tanto o, peor, tratan de responsabilizar a los jefes políticos y a los mandos de los Mossos d'Esquadra porque al final del acto, molestos, han decidido hacer mutis discretamente. La alternativa era incorporarse, por ejemoplo, a las risas que entretenían al diputado José Zaragoza con uno de los fiscales de la causa, Javier Zaragoza ("aquí se ha dado un golpe de Estado"), y el teniente coronel Daniel Baena, encargado de los atestados sobre los que se ha fabricado la instrucción y las acusaciones del 1-O.
El Periódico es especialmente cuidadoso en no poner sujeto a los hechos. "Tropiezo policial", dice, como si se hubiera tratado de una trifulca anecdótica de esas que no se sabe quién ha empezado y todos tienen la culpa. Al final del subtítulo lo dicen sin decir ("por el discurso de un general", un general indeterminado). Se presenta todo de forma tan vaga que no se puede saber qué ha pasado. Quizás era lo que querían: que no salga humo por la chimenea.
La Vanguardia hace protagonista a "la cúpula de los Mossos", que se ha sentido "ofendida". Lo pone entre comillas pese a que no es ninguna declaración, como queriendo decir que ha sido una sobreactuación de gente un poco "especialita", así entre comillas. Este diario podía haber reaccionado con la noble sensibilidad que últimamente muestra por las posibles interferencias políticas del Govern —siempre son posibles, probables, eventuales...— sobre la policía catalana, ni que sea porque ayer tenían a mano los hechos que lo prueban... en sentido contrario.
El País lo da en un rinconcito, haciendo protagonistas del incidente a los mandos de los Mossos, presentados como gente de piel demasiado fina que se ofende por cualquier cosa. Es inevitable preguntarse cómo habría reaccionado este diario si hubiera sido al revés: los mandos de la Guardia Civil abandonan el Día de las Escuadras, ofendidos —sin comillas— por el discurso del Major de los Mossos y/o de su director general.
La prensa no siempre ha reaccionado así. En octubre de 1987, el ministro de Defensa, Narcís Serra, destituyó al general Joaquín Segura por descalificar la designación del teniente general Carrasco Lanzos como capitán general de la IV Región militar. Segura se quejó de que lo habían menoscabado en el discurso en qué daba la bienvenida a Carrasco, que escuchaba a su lado, atónito. Lo destituyeron en menos de seis horas. El País abrió su portada con el caso (La Vanguardia lo dio por debajo en su portada interior). Otro caso conocido también acabó en destitución y portada. Se trata del teniente general José Mena, que en la Pascua militar del 2006 avisó de que el ejército tendría que intervenir en aplicación del artículo 8 de la Constitución si se aprobaba el Estatut "tal como está planteado". José Bono era el ministro de Defensa. Puedes replicar que, hombre, no es lo mismo y que lo de ayer será más portada si destituyen al general de la Guardia Civil. Sí. No hay que sacar las cosas de quicio, ciertamente.
El Mundo sigue con su obsesión por tratar a los Mossos como una policía desleal y sospechosa. Ayer decían que había planes para relevarlos por 5.000 policías españoles, incluso "militarmente" si convenía. Hoy dicen que a la policía española y la Guardia Civil les da miedo que sean "permisivos con los CDR". Los hechos dicen todo lo contrario —sólo hay que recordar las discusiones en el Govern por la actuación poco "permisiva" de la policía catalana en algunas de las manifestaciones convocadas por los CDR— pero este diario sigue con su manía de presentar a los Mossos como cómplices de nosequé. Se les ve demasiado el plumero. Sólo en el primer párrafo de la nota de portada hay cinco condicionales, uno cada tres líneas. Si esa pieza fuera un edificio ya se habría hundido por falta de cimientos.