Abren La Vanguardia y El País con un milagro: todo el mundo se ha puesto de acuerdo en el Congreso para aprobar el ingreso mínimo vital, que pasa sin votos en contra, sólo la abstención de Vox. Hay un matiz, sin embargo, una diferencia sutil entre uno y otro diario. Mientras el madrileño lo presenta como un "consenso abrumador", el barcelonés trabaja mejor el título y especifica que de milagro, nada: la "bronca" entre los grupos del gobierno y de la oposición se mantiene, pese a las apariencias. Minucias como estas, tan de detalle, permiten a los quiromantes de las portadas adivinar las intenciones de cada diario, el trasfondo de las reuniones de portada.
Además, el titular de La Vanguardia retrata muy bien la calidad de los partidos políticos: ningún grupo de la derecha ha osado votar en contra, no porque les guste la medida —han dicho y redicho que es "bolivariana", etcétera— sino porque no tienen narices (perdona el francés) de explicárselo a los ciudadanos, tan sufridos, ni otra alternativa razonable que ofrecer. Para vestir la mona opositora, los líderes de la derecha han montado un teatrillo de ditirambos, inútil para disimular que el miedo a la opinión pública les ha hecho pasar por la piedra del ingreso mínimo. Eso sugiere el título de La Vanguardia, cuando menos. El País, en cambio, da la impresión de que quiere hacer quedar bien al gobierno Sánchez y presentarlo con competencia y recursos para sacar adelante "consensos abrumadores". Es demasiado.
Otro detalle. Tanto Ara como El Punt Avui abren con la decisión de la Generalitat de abonar una compensación a los profesionales sanitarios, que estas semanas han hecho lo imposible (hasta milagros) para atender a los enfermos de la Covid-19. Es una opción de portada lógica y razonable, porque hablamos de un gran gasto: 140 millones de euros, que deberán salir de otros créditos presupuestarios. También es, probablemente, la decisión más notable de este Govern —y no son tantas—. La Vanguardia lo pone en portada —le reconoce importancia— pero a columna y por debajo del descubrimiento del asesino de Olof Palme, que ya me dirás si un caso de hace 34 años merece tanto relieve. La impresión que da es que lo dan de mala gana, con pocas ganas que destaque, porque al Govern Torra este diario no le da ni los buenos días y no ve la hora de que se convoquen elecciones para que se constituya otro.
El Mundo y El Periódico apuestan por un tema que hasta ahora era la cenicienta de la crisis: la vuelta a la escuela. Alguien decía el otro día que no habrá normalidad, ni nueva ni vieja ni mediopensionista, hasta que las escuelas no abran con normalidad. Da que pensar. Ara se ha ocupado mucho de la cuestión y ahora estos dos, especialmente El Periódico, le han tomado el relevo. El Periódico, por cierto, tampoco dice nada en primera de la extra sanitaria y sí del caso Olof Palme. Tiene gracia. La importancia dada a la solución del asesinato del tótem de la socialdemocracia de los años 70 del siglo pasado dice alguna cosa del juicio informativo de los diarios de papel y revela los mitos de sus periodistas. Pero sobre todo, no offense, indica la elevada edad media de las redacciones.