A menudo, los diarios del domingo son el resumen de los acontecimientos de la semana que acaba y su contexto o la introducción de los asuntos que calentarán las primeras páginas de la próxima. No hay que ser ningún lince para advertir que vendrán determinadas por la actitud que PSOE y ERC adopten el uno con el otro a la vista de la investidura (o no), porque el juego es sólo entre esos dos actores y el resto son tramas secundarias.
Excepto una: el martes que viene, Amnistía Internacional hará público oficialmente el informe sobre la sentencia del 1-O. Ayer se filtró porque la sección suiza de la ONG abrió y lo publicó a su web. Sólo El Periódico lleva algo en portada. El resto pueden excusarse en que hasta el martes nunca se sabe.
Respecto a la trama principal, los secundarios ya han interpretado sus papeles. El mundo del Íbex pone cara de Wendy, la mujer de Jack Nicholson en El Resplandor, en la escena de la puerta y el hacha (foto). El PP tiene que resolver La Guerra de los Rose entre los partidarios de extender la mano a Sánchez, encabezados por el presidente gallego Núñez Feijóo, y los del grupo de Pablo Casado, que no quieren ni verlo (a Sánchez). A Vox no les escucha nadie, mientras les hacen La ola (Die Welle) en los diarios de la derecha mediática, con afan de normalizarlos: El Mundo publica un reportaje con la mujer de Abascal, que es "influencer" y sufre porque la fama de su pareja, etcétera; La Razón publica otra historia donde explica cómo se vive en un pueblo con alcalde de Vox, como queriendo decir no es tan malo, gente. Veremos más piezas como estas. Ciudadanos representa El Hundimiento dentro del búnker: con el agua al cuello, tiene que escoger líder y no está para cuentos. Junts per Catalunya espera El tren de las 3:10 y está en el no a Sánchez y en el reunámonos los indepes. Podemos ya ha dado el abrazo y se dedica a repasar qué perderá en esta victoria, como Enrique V tras la batalla de Agincourt.
Quedan Esquerra y el PSOE. Pedro Sánchez se ha encomendado a la militancia para sacarse de encima a los barones regionales y ganar un poco de margen para hablar con Aragonès/Junqueras, que han enseñado un par de cartas de su juego y esperan, esperan, esperan. Sentido y sensibilidad.