Las portadas de hoy sirven para hacerse una idea de la agenda de esta semana. O no, y resulta que sólo son comida fría, preparada con los restos de un domingo que tenía como grandes qués informativos el progreso de la epidemia del Covid-19 y el Madrid-Barça.

Ara presenta uno de los culebrones no de la semana, sino del mes y del año: como se ordenará el territorio hoy denominado Junts per Catalunya y su periferia. Es un espacio político con un líder claro y con buena tracción electoral, ámbitos notables de poder en sus manos y un electorado que espera de qué mal morirá (o vivirá). Pero la estructura política que debe gestionar todo ese patrimonio no acaba nunca de componerse. Es un billete de lotería premiado que no se cobra porque quienes lo comparten no se gustan del todo.

El País también se resiste a no tener cosa propia. Abre con el mitin All Star del PP en Galicia, donde Alberto Núñez Feijóo se juega la presidencia de la Xunta y el PP el prestigio en un feudo suyo casi inexpugnable. Feijóo no lo debe tener claro, porque hace campaña sin el logo ni el nombre del partido, con una cartelería parecida a las cerámicas de Sargadelos, como ha dicho un tuitero espabilado. La gracia del titular de El País es que la frase de Rajoy, dirigida a Pedro Sánchez, puede aplicársela al mismo PP, que gobierna con los extremistas de Vox en Andalucía, Madrid y Murcia. Rajoy, astuto, quizás también quería enviar ese mensaje a Pablo Casado en presencia de Feijóo, que representa el sector del partido a quien no gustan las conjuras con Vox y Ciudadanos. Veremos cómo evoluciona esta pugna.

Otro titular curioso es el de La Razón. Parece mentira. Dice que Oriol Junqueras sale de la prisión "para frenar a Puigdemont", como si el líder de ERC fuera un nuevo Lenin en el tren. Es historia. El 9 de abril de 1917, dos docenas de bolcheviques, entre ellos Lenin, subieron en Zurich a un tren con destino Petrogrado (hoy San Petersburgo). Era una operación permitida bajo mano por Alemania para favorecer el fin de la guerra con Rusia, entonces en manos de un débil y caótico gobierno provisional. El tren de los revolucionarios pasó por Alemania sin ser inspeccionado. Vía Suecia y Finlandia, llegó a Petrogrado. En octubre, la revolución bolchevique daría el poder a Lenin. En diciembre firmó el armisticio con Alemania. Los alemanes aun resistieron un año en el frente occidental antes de hundirse. En Rusia, los bolcheviques quedaron con las manos libres para eliminar a sus enemigos, en una guerra civil que se prolongó hasta 1921. Si ahora piensas que todo esto son fantasías friquis, tienes razón. Tanto como el titular de La Razón.

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