Esta del martes es la sexta portada de La Vanguardia en la última semana donde aparece el president Puigdemont, siempre caracterizado de conspirador malvado o de intrigante malote. Hoy le toca porque —como explica ese mismo diario— el Tribunal Supremo alega, "entre otras razones, que otros procesados, declarados en rebeldía, como el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, o la número dos de ERC, Marta Rovira, mantienen su actividad política, incluso con reuniones con dirigentes del Gobierno o del Parlament," cosa que para los señores magistrados constituye "una cierta infraestructura en el extranjero" (alude al Consell per la República) que podría facilitar la fuga de los procesados. Huy sí.
Es decir, el Supremo mantiene la prisión de los nueve procesados en razón de la actividad de otros sobre los cuales los presos no tienen ningún dominio y aunque se hayan presentado ante el tribunal siempre que les ha convocado. Responsabilizan a los presos no por lo que ellos han hecho, sino por lo que hacen o pueden hacer los exiliados, vaya. Es un razonamiento sensacional. Se conoce, sin embargo, que el diario —como el Supremo— tiene ganas de castigar a Puigdemont sí o sí. Esas minucias sobre la libertad y la justicia... meh. Y así, el presidente exiliado es un día responsable de agravar la discordia entre independentistas porque sigue el procedimiento legal inevitable para defenderse, incluido el recurso contra un acuerdo de la Mesa del Parlament, y otro porque promueve la Crida, que —siempre según ese diario— "invoca la unidad para presionar a ERC y PDeCAT". Menos mal que no le han endosado el lío del taxi aprovechando la visita de algunos taxistas a Waterloo. En fin, seguramente todo esto no es ninguna persecución y responde a los vaivenes casuales de la actualidad, etcétera.
Que hablen de mí aunque sea mal, puede pensar Puigdemont, aplicándose la frase originada en un comentario de don Quijote a Sancho Panza —o en otro de Oscar Wilde: "Lo único peor a que hablen mal de ti es que no hablen de ti".
También llama la atención la coincidencia de El Mundo, La Razón y El Periódico a la hora de interpretar el mal paso de Podemos con Íñigo Errejón en Madrid. Según estos diarios, Pablo Iglesias se ha visto forzado a hacer un trato con el disidente, sea porque las bases se le sublevan, sea por miedo a un batacazo electoral o ambas cosas. El País, que desde hace días pasa de puntillas por la crisis de la izquierda de verdad, lo explica sin querer hacer daño como una "rectificación" de Podemos.
Después viene el conflicto del taxi. Los tres diarios de la derecha española se han puesto en fila a decir lo mismo: los taxistas asedian al PP, pobrecitos míos, y la culpa es del gobierno español porque el ministro de la cosa, José Luis Ábalos, no hace nada. Cuando el enredo estaba en Barcelona, el ministro no salía en portada y la culpa era toda del conseller Damià Calvet y leña al mono, que es de goma.