La impresión que dan las portadas de hoy es que, sin noticias de la sentencia del 1-O y en medio del estado de inquietud expectante sobre la cosa, otras desgracias mundiales acuden al rescate de las primeras páginas. Todas, excepto la de El Punt Avui, destacan la alerta del Fondo Monetario Internacional sobre la recesión de la economía mundial causada por la guerra comercial promovida por los EE.UU. y las incertidumbres del brexit. También casi todas publican como foto principal la revuelta en Ecuador, que ha obligado al gobierno a trasladarse de la capital, Quito, a Guayaquil, la segunda ciudad y capital económica del país.
La Vanguardia y El Mundo coinciden en preocuparse por los Mossos d'Esquadra. En el caso del tabloide madrileño, no hay que inquietarse mucho, porque la pieza viene firmada por el mismo crack que se ha visto envuelto en varios procedimientos judiciales junto al excomisario Villarejo, el de la policía patriótica, entre otras aventuras. La probabilidad de que la historia sea mercancía averiada es muy alta. De entrada porque el titular da por hecho que los Mossos han desobedecido en algún momento, una mentira como una catedral. La portada apesta a cloaca.
El caso de La Vanguardia es muy diferente. Se trata de una manía recurrente, casi un automatismo, que les hace presentar al president Torra como un fanático o, en el mejor de los casos, como un imprudente, desde el 9 de diciembre del 2018, día en que fabricaron el lío de la "vía eslovena" ("Torra avala la vía eslovena a pesar de su violencia"). Es cierto que hoy rebajan el tono de otras veces, pero el titular de portada —y el editorial— lo interpretan en la misma dirección de siempre: Torra quiere instrumentalizar a los Mossos d'Esquadra y el conseller de Interior, Miquel Buch, le sale al paso, etcétera.
El show en forma de moción de censura de Ciudadanos de este lunes ya ha desaparecido. Ayer era una carga heroica y hoy ni palabra. Sic transit gloria mundi.