La odisea del barco —de los barcos, vamos— dando vueltas por el Mediterráneo cargados de refugiados hace mella en las portadas. Hoy lo llevan El Periódico, El País, Ara y El Mundo. Se puede hacer un pronóstico para los días que vienen: será el tema principal día sí, día no a medida que avance el mes de agosto y se agote cualquier otra materia que sirva para esconder esta tragedia de la que ningún gobierno —ni el de la UE— quiere saber nada.

Los diarios, que hasta ahora no han querido mojarse —y no es un sarcasmo (o sí)— tendrán que ver lo que no quieren ver. Da mucha vergüenza como hacen lo imposible por negar la primera página a los refugiados y a sus rescatadores. Es la historia más notable del momento para cualquier país europeo decente y para cualquier persona digna de este nombre. El día que los diarios hagan pancarta del asunto en sus portadas, la suerte de los refugiados y de los barcos de rescate cambiará para bien y los gobiernos se verán ante un espejo que les devolverá la imagen de Charles Manson o alguien parecido.

Porque, a ver, míralo fríamente. Hay 500 personas huidos de un infierno —como haría cualquiera, como harías tú mismo— en tres barcos privados a quienes no dejan desembarcar en ningún sitio del mundo civilizado. Se juegan la vida y el futuro. ¿Cómo se compara eso con los resultados de las primarias en Argentina o los planes de la candidata de la triple derecha al gobierno de la comunidad de Madrid o los recortes presupuestarios en las autonomías? No hay color. Son problemas del Primer Mundo, como dice la broma. Hoy, pues, medalla de oro a la portada de El Periódico.

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