Este miércoles las portadas van de VOX y no se entienden. De entrada, las de los diarios de la derecha, que tanto se han afanado en blanquear al partido ultra. ¿No es Vox un partido más? ¿No es un "partido constitucional" —José María Aznar dixit, añadiendo en la frase siguiente que el PSOE no lo era? ¿No es "el partido de Ortega Lara", secuestrado 532 días por ETA, y por lo tanto, alguien con quien se puede pactar? ¿No es el representante de la "la cólera del español sentado", como explicaba el director de El Mundo? ¿Entonces en qué quedamos? ¿Son todo eso que se ha dicho hasta ahora o son lo que se dice hoy ("propuestas inasumibles", "órdago", etcétera)? Porque sus propuestas para negociar están escritas desde hace tiempo en su programa de 100 puntos. ¿Qué esperaban? ¿Ahora resulta que por defender lo que ha dicho desde el principio, Vox pone en peligro, "boicotea" o "compromete" el "cambio" en Andalucía? ¿En qué quedamos?

"La Revolución es como Saturno, devora a sus propios hijos", es una frase que se atribuye a Robespierre, camino de la guillotina, en 1794. Otros la ponen en boca de Danton o de Vergniaud. A El Mundo, ABC y La Razón se los come su misma ceguera. Tal como han presentado las cosas estos diarios, parece más bien que se trata de una buena comedia de la que todos saldrán ganando: el PP y Ciutadans se hacen los escandalizados, Vox se hace sin pagar una magnífica campaña de cara a las elecciones que se acercan, y los diarios meten ruido a su favor. Teatro del bueno. Alguien hará el cálculo del dineral que habría costado al partido tanta presencia mediática como han sabido ganarse —también en los medios que los critican.

De momento, tiene pinta de que estos diarios acabarán presentando el tripartito de la derecha como una victoria de la capacidad apaciguadora de los de Casado y Rivera, y hablarán de la madurez adquirida por los de Abascal a pesar de su juventud política. Ya lo ha dicho el secretario general de los ultras, Ortega-Smith: "Las únicas líneas rojas son las de la bandera de España", condición que PP y Cs pueden asumir sin despeinarse —y también muchos medios españoles. Se pondrán de acuerdo con el trasfondo de Catalunya. Al fin y al cabo, el lenguaje que utilizan PP y Cs cuando hablan de cualquier cosa no es diferente al que utiliza Vox para defender su programa:

En el ínterin, Vox habrá conseguido que se discuta dentro de su marco ideológico, operación que repetirán allí donde convenga repetir tripartitos de derecha. Y esa prensa habrá adornado este desplazamiento hacia el neofranquismo con la capa de la normalidad, intentando esconder que PP y/o Cs son rehenes de los votos de la extrema derecha o dejando de lado el problema real: Vox, sin disimular su programa extremista, obtiene 400.000 votos en Andalucía. Veremos cuántos suman en otros lugares de España en las elecciones que vienen. El show no ha hecho más que empezar.

De los presos y exiliados, y del juicio por la causa del 1-O y las irregularidades que lo rodean, ni palabra. La comedia de Andalucía también sirve para eso.