Ara y El Punt Avui abren portada con la restitución del mayor Trapero al frente de los Mossos d'Esquadra, asunto que en la prensa de Madrid sólo ha hecho un agujerito en la portada de El País. Esos dos diarios de Barcelona dan la impresión de sacarse un poco la espina. Es una actitud contenida, sin embargo, lejos de los in your face típicos de la prensa madrileña, proclive a estirar los hechos con el fórceps de la interpretación. El Periódico se alegra mucho del fin de las restricciones impuestas por la segunda ola de la covid-19. La Vanguardia, prudente y moderada, avisa de que se mantendrá el toque de queda "por meses".
El diario de los Godó abre, sin embargo, con un asunto de Estado, el trámite inicial de los presupuestos generales, y dice que va adelante gracias a Ciudadanos y a ERC. También podría decir gracias a Bildu y el PDeCAT, o a Más País y el PNV u otra combinación de los partidos que los han votado... En la elección enseñan las cartas —a ver, tampoco va a extrañarse nadie de las inclinaciones de La Vanguardia.
En los diarios de Madrid —los de hoy, los de todos los días, desde hace meses— se sigue librando una batalla intensa de desgaste, peculiar y desigual.
Un gobierno ilegítimo
El trío de la bencina —El Mundo, ABC y La Razón— siempre retrata al gobierno central sobre el mismo fondo. Son dos argumentos —o relatos, o narrativas... Uno: es un gobierno ilegítimo porque proviene de una moción de censura encendida por la sentencia del caso Gürtel, que es una morcilla con un juez amigo, en palabras recientes de la diputada del PP por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo, alguien que piensa. Dos: es un gobierno ilegítimo porque el PSOE ha escogido apuntalarlo sobre una base parlamentaria de comunistas, etarras y separatistas. Golpistas y filoterroristas, en palabras de la diputada. La anti-España.
Por eso la portada de El Mundo chincha al PSOE al recordarle que en el partido no gusta a todo el mundo recibir los votos de Bildu para aprobar los presupuestos, aunque la legislatura depende de aprobarlos, como sabe explicar El País. El diario progre intenta poner buena cara a los esfuerzos de Pedro Sánchez por sostener la legislatura, aunque no sea quien más gusta al diario. Hace virtud de la necesidad, sin embargo, porque el camino postpandemia viene muy cargado de curvas, baches y saltos.
Para remachar el clavo, El Mundo habla del "rastro de sangre" que supone el apoyo de Bildu a los presupuestos, con afán de presentar el acercamiento de presos etarras como un pago a los abertzales por su apoyo. Rastro de sangre, dicen, porque equiparan negociar con Bildu y aplaudir los asesinatos de ETA. Porque Bildu es la continuación de ETA por otros medios. Terrible. ABC no tiene tanta maña y excita a la parroquia con más grosería y visceralidad, al retratatar a Bildu como una pandilla de hinchas resentidos, rencorosos y vengativos en una vuelta de partido de Copa.
Una idea tóxica con el PP
Hoy El Mundo perdona la vida a Cs y a Inés Arrimadas tras unos cuantos días de aprietes, como llaman en la Argentina a lo que queda entre el acoso y el chantaje. Aun no se ha descolgado del PSOE —ayer votó el trámite parlamentario de los presupuestos— pero ya ha empezado la maniobra para regresar al redil trifásico con el PP y Vox.
La Razón, en cambio, no perdona. Aun hoy asedia a Cs. El diario del Grupo Planeta parece escandalizado de que Arrimadas hable con Sánchez "pese al órdago de Otegi". Bildu tiene cinco diputados en Madrid —entre los cuales no está Otegi, por cierto—, pero todo bien. Cinco diputados bastan para "tumbar al régimen", como dice ABC. Qué fuerza los de Bildu. Qué poca cosa el "régimen".
El discurso de la ilegitimidad del actual Gobierno en los diarios está bien sincronizado con el Partido Popular —que lo promueve entre la judicatura, las fuerzas y cuerpos de seguridad, las tertulias y, sobre todo, en Europa, donde comparan la coalición PSOE-Podemos con los gobiernos autoritarios de Polonia y Hungría.
El Mundo, ABC y La Razón, en comandita casual o no con el PP, pretenden establecer la noción tóxica de que los socialistas y sus aliados nunca pueden ganar el poder de forma legítima. Les ha ayudado a la desgraciada propuesta de reforma del Poder Judicial, que sirvió para que Bruselas enseñara tarjeta amarilla a Sánchez. En cambio, con el plan del gobierno contra las fake news, la derecha española sólo engañó la Comisión durante 24 horas, hasta que Johannes Bahrke, portavoz de la CE, salió a decir que no tenía "ninguna razón para pensar que supusiera un ataque a la libertad de prensa o la de expresión". La lucha continúa, ahora con los presupuestos.