ABC es el único diario de Madrid y Barcelona que no lleva en portada la fotografía de Carles Puigdemont y Toni Comín en el Parlamento Europeo, que ayer los acreditó como diputados tras una batalla legal memorable. El tabloide monárquico no se rinde y prefiere aguijonear en la autoestima de los catalanes con las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística: en 2018, Catalunya tenía un PIB inferior en 2.100 millones de euros al de Madrid. El anterior y único sorpasso ocurrió en 2012-2013.
Por desgracia, ABC es incapaz de explicar sin herir cualquier comparación que incluya a Catalunya. No ofende quién quiere, claro, y atribuir el sorpasso a que la capital española es "liberal y abierta" es de risa. No porque no lo sea, ni por el complejo de inferioridad que manifiesta esa portada —algunos lo llaman "cosmopaletismo"—, sino porque el PIB, últimamente, tiene poco que ver con ser "liberal y abierto", conceptos que no explican la trayectoria económica de un país y, viceversa, el PIB no es una buena medida del liberalismo ni de la apertura de un país. Piensa en China, por ejemplo.
Esta poesía esconde el hecho que el peso de la economía madrileña tiene mucho que ver con empresas ligadas a los sectores regulados, eso que se ha denominado capitalismo del BOE o "de amiguetes", el "palco del Bernabéu", etcétera, para el que la proximidad del gobierno central es el oxígeno que respiran. Tampoco hace referencia al drenaje fiscal que Catalunya soporta, etcétera. Ni a que el actual proyecto español, construido en tiempo del aznarismo, consiste en hacer de Madrid un París español sobre las espaldas de la España vaciada y de una Catalunya desgraciada. Quizás es este el significado chino que aquel diario da a "liberal y abierta", cosa que no dejaría de ser chocante.
La causa del sorpasso, según el INE, es el conflicto político, el procés. Quizá. The Economist dice esta semana, sin embargo, que, entre otros motivos, a España le conviene tener un gobierno que ataque políticamente el conflicto porque la economía catalana es demasiado importante para averiarse. En este contexto, el provincianismo madrileño que se alegra de que la cosa económica vaya mal fuera de Madrid no parece un enfoque maduro.
Esta es la fuerza de la fotografía de Puigdemont y Comín. No tanto por sus protagonistas, sino por la imagen que presenta de España. Dos representantes elegidos democráticamente —con Oriol Junqueras, aun encarcelado, sumaron dos millones de votos— han sido acreditados gracias a una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que ha hecho saltar por los aires todos los obstáculos y enredos puestos y promovidos justamente por ese Madrid "liberal y abierto" del que ABC se vanagloria tanto y que, a la vista de esa foto y del relato que hay detrás, quizás no es tan liberal ni tan abierto.