Las portadas de este sábado explican más por lo que callan que por lo que dicen, técnica infalible para dar gato por liebre. Todos los diarios abren con la rueda de prensa del consejo de ministros en que la titular de Hacienda, María Jesús Montero, ha presentado el proyecto de presupuestos del Estado. La ministra ha dicho lo que todo el mundo ya sabía. La única novedad es el relato de cada diario, que menuda novedad. Unos acusan al gobierno español de engañar con unas cuentas imposibles, matar a la gente a impuestos, ceder ante el separatismo, etcétera. Otros los presentan como un generoso ejercicio de gasto social y de "seducción" de los independentistas porque prometen el oro y el moro para Catalunya, etcétera. Eso: nada nuevo.
De lo que las portadas no dicen ni pío es del elefante en medio de la sala: la investigación de la Audiencia Nacional sobre el espionaje ilegal del comisario jubilado José Manuel Villarejo. Entre otras movidas sucias, pinchó unos 4.000 teléfonos de ministerios, empresas y medios de comunicación entre noviembre de 2004 y febrero de 2005, según la documentación que manejan El Confidencial y Moncloa.com. Serían sus víctimas María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del gobierno Zapatero, y Miguel Sebastián, entonces jefe de la Oficina Económica de la Moncloa, además de "decenas de personas, empresas e incluso medios de comunicación". Un espía muy dedicado, ese Villarejo.
¿Todos? No, todos no
El único que abre su primera página con este escándalo es El País, como ya ha hecho este viernes. Enhorabuena. Entre otras cosas, este diario explica que la Audiencia ha pedido información a empresas de telecomunicaciones, bancos y a la Agencia Tributaria para identificar quién podía suministrar datos confidenciales de sus clientes a Villarejo.
Se conoce al menos uno de los clientes del comisario: el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA). La segunda entidad financiera de España. A 31 de diciembre de 2017, manejaba unos activos de 690.050 millones de euros, contaba con 8.271 oficinas, 131.856 empleados y 72 millones de clientes en más de 30 países. Es el 43º banco del mundo por volumen de activos, la tercera empresa española y la 208ª del mundo por capitalización. En el Banco Central Europeo flipan.
El BBVA ha reconocido a El Independiente que pagó a dos empresas del comisario 5.080.299,38 euros (sin IVA) entre el 1 de febrero de 2012 y el 1 de abril de 2017. Algunos de los encargos pagados por el banco, mira por dónde, son del mismo tipo que los que investiga la Audiencia Nacional. El banco también ha dicho que investiga el enredo desde junio del 2018, a raíz de unas informaciones de Público y que, a estas horas, "no se ha encontrado ninguna documentación con que refleje hechos irregulares como los publicados". En fin.
Respecto a las mencionadas operaciones del comisario entre 2004 y 2005, resulta que también tienen que ver con el BBVA. Su jefe de seguridad, un antiguo policía amigo de Villarejo, ha explicado que el banco quería defenderse del asalto del entonces presidente de la constructora e inmobiliaria Sacyr Vallehermoso, Luis del Rivero, y del industrial Juan Abelló, y de Miguel Sebastián, jefe de la Oficina Económica de Zapatero, de quién sospechaban que les ayudaba a tomar el control del banco. El País es muy cuidadoso y no vincula directamente una cosa y la otra. Sólo las pone juntas, para quien lo quiera entender.
Alerta de los fiscales
Los fiscales que investigan la cosa ya alertaron en agosto de 2018 del riesgo para las instituciones y la seguridad del Estado de la documentación intervenida al "clan policial mafioso" del excomisario, personaje clave de las cloacas del Estado. Quizás si el ministerio público quisiera actualizar su alerta incluiría en el aviso a los clientes de Villarejo. El chorro de basura procedente de aquella documentación (la operación Catalunya o el caso Corinna, por decir algo) continúa hasta hoy y todavía no se le ve fin.
Seguro que la prensa patriótica —todavía está a tiempo— sabrá dedicar a esta amenaza real una pequeña fracción de los recursos, tiempo y espacio que dedicaron a embadurnar a los Mossos d'Esquadra con el irreal "caso incineradora", o a su afán a dar por buenas otras fabricaciones policiales como las que han servido para construir el relato irreal de la violencia del 20-S y del 1-O. O quizás un día, cuando los presupuestos no les sirvan de escondrijo ni excusa, el periodismo de Estado explicará por qué arrastra tanto los pies en este caso. Quizás.