Si hoy es el lunes, tocan encuestas electorales. Tres portadas abren con numeritos y pronósticos. El Periódico y El País presentan una fotografía similar: el PP roza la mayoría absoluta con Vox, el PSOE está condenado a ser el segundo partido y solo la unión de las fuerzas a la izquierda de los socialistas en una candidatura permitiría repetir la actual mayoría de la investidura que sostiene en el gobierno de Pedro Sánchez con los partidos soberanistas catalanes, vascos, valencianos y gallegos, además de casi todo el resto de las minorías parlamentarias. El País, que tiene todos los huevos puestos en la cesta de Pedro Sánchez, titula con una especie de grito de auxilio, casi implorando a Sumar y a Podemos que se pongan de acuerdo sea como sea y compongan una sola lista para el 23-J. Es condición necesaria para "alejar del gobierno a PP y Vox", dice el diario progre. El Periódico, claro, sigue su línea reciente de mirárselo de lejos y pone cara de póquer: no manifiesta ni insinúa ni finta inclinación alguna. Eso sí, en contraste con El País, aprovecha los resultados de la encuesta para titular que el PP "ganaría claramente", expresión un tanto maliciosa para decir que el PP sería el primer partido —es lo mismo pero no es igual: en realidad, la victoria la obtiene quien hace gobierno— y darle aire de inevitabilidad de cara a la Moncloa.
La encuesta de La Razón es más puñetera. Los resultados que presenta refuerzan las dos tendencias señaladas: que el PP es el primer partido —aun con más comodidad que en los numeritos de El Periódico— y que la división entre Sumar y Podemos no ayuda al PSOE a construir una mayoría como la que dispone actualmente. La caída de Vox que documentan las tres encuestas es aquí más acentuada y se presenta como una fuga de votos hacia el PP, que ya "ha absorbido el voto de Ciudadanos", según el diario, que da por hecho que los de Feijóo son la casa común de la derecha. Como los resultados que pronostica no dejan al PP más opción que pactar con Vox si quiere gobernar, el diario del Grupo Planeta califica esta coalición como "centroderecha", con afán de vestir de colores más atractivos a la suma de la derecha dura y la extrema derecha y no asustar a los votantes más moderados o incluso a electores del PSOE que hagan caso a Emiliano García Page y otras momias del partido y voten al PP para tumbar a Pedro Sánchez.
Estas portadas deben interpretarse en el actual escenario electoral voluble, cambiante y líquido que se consolida desde 2015: se refuerza la tendencia a dejar de votar por tradición: la mitad de los votantes ha cambiado su voto de siempre. Los motivos son, entre otros, una exigencia más firme de coherencia a los políticos entre las promesas y los hechos, y una apreciación mayor de la eficacia en la gestión de la cosa pública. En este escenario, son decisivos la narrativa y el relato sobre los hechos y las cifras que hacen los medios —sobre las encuestas de este lunes, por ejemplo.
Aquí es donde aprieta el zapato a las tres portadas. Las dos grandes fuerzas dinásticas se lo juegan todo a que sus aliados sean el tercer mejor partido allí donde la cifra de diputados que se escogen los hace competitivos. En las provincias que eligen cuatro o más diputados, el PP aspira a que Vox saque el último antes de que lo pesque el PSOE o Sumar-Podemos. La actitud inversa es la que adopta el PSOE. Las portadas solo siguen la corriente. La Razón nunca dirá que Vox es un partido ultra o que el PP está radicalizado porque perjudica la mayoría deseada por el diario y quien está detrás. El País no presentará a Podemos como un partido obtuso y personalista porque de que Podemos se porte bien depende la mayoría que quiere el diario y quien està detrás. En fin. Los días venideros puedes leer las portadas —y los diarios que las justifican— como un gran laboratorio de ingeniería social, de manufactura de decisiones de voto, la orquesta que toca en el concierto de la fiesta mayor de la democracia.