A la vista de los últimos acontecimientos de la campaña de las elecciones regionales de Madrid, todas las variantes del kommentariat progresista tienen los ojos abiertos como platos y se agarran la cabeza con las manos mientras mascullan "No es esto, no es esto", como escribía José Ortega y Gasset en Un Aldabonazo, artículo publicado el 9 de septiembre de 1931 en el diario Crisol. Ortega reprueba "la violencia y el radicalismo" con que se comportan los partidos republicanos, a los que el país cayó en las manos casi por sorpresa. El filósofo y factótum intelectual de la Agrupación al Servicio de la República se indigna al ver cómo la política consiste en tratar como enemigo al adversario y rechazar el diálogo y el acuerdo en beneficio de la derrota y sometimiento. El diario se fue a pique. La República, también. Ortega se exilió de 1936 a 1946 en el exterior y hasta 1955, año de su muerte, en el interior.

Ortega no es el primer intelectual español que interpreta esta canción. Desde los arbitristas del siglo XVIII hasta la Generación del 98, la que le dolía a España, la música y letra de esta balada explica la cosa española mejor que nada. Hoy, si Ortega quisiera publicar una pieza como aquella apenas encontraría dónde hacerlo. Bueno, no. Encontraría un rincón. Pero el diluvio de barro que le caería encima le quitaría las pocas ganas de seguir. "Mi argumentación estaba condenada, atascada en un callejón sin salida. No tenía sentido continuar. Tenía la sensación que lo que hacía no iba a ninguna parte", podría decir, como ha dicho Iñaki Gabilondo en una entrevista donde explica por qué renuncia al análisis periodístico.

Ortega Crisol

Ortega y Gasset en la portada de Crisol

Pues eso, que muchos se han alarmado al ver que la extrema derecha extrema (no, no es un error) de PP y Vox gobernará la autonomía madrileña con una mayoría cómoda. Peor aun —dicen— es probable que esa fórmula rija España a uno o dos años vista. Un columnista de esta casa, Xavier Antich, tuiteaba ayer: "No es el fascismo el que trae el discurso del odio. Es el discurso del odio que trae al fascismo". En la fabricación y difusión de ese discurso tienen un papel decisivo, clave, determinante, muchos medios de comunicación. Diarios, teles y radios que generan y difunden los argumentos que sirven para justificar los pactos de la extrema derecha y la derecha extrema. Diarios, teles y radios que lo ven como mal menor porque uy los indepes, uy los comunistas, uy los terroristas, uy las feministas, uy los disidentes, uy los contestatarios... Unos aplauden y otros silban y miran al techo mientras se degradan o se arrancan derechos y libertades a la gente, mientras poderes no electos hacen marcar el paso a los que la gente ha votado.

Pensarás que todo apunta al Trío de la Bencina y a sus terminales audiovisuales y digitales. Pues no sólo. El mismo Xavier Antich escribía este mismo sábado otro tuit: "Después de leer el editorial de El País [publicado ayer] sobre las amenazas de la ultraderecha (Frenar el odio), he intentado encontrar las que publicaron a raíz del atentado fascista al Ateneu de Sarrià, de las amenazas ultras a Catalunya Radio, de la caza urbana de los de plaza Artós. No las encuentro". Ya sabes cómo acaba: "Cuando vinieron a por mí, no quedaba nadie que pudiera protestar".

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