Vienen fuertes todas las portadas de este miércoles, primer día del debate de investidura del presidente del gobierno español. No es para menos. Los diarios inclinados hacia la candidatura de Pedro Sánchez hablan en los titulares principales de "crispación" (La Vanguardia), "alta tensión" (El País), "todo vale" (El Punt Avui) y de "revuelta" (Ara). Son palabras muy cargadas y duras, pero genéricas y ambientales, un poco de humo para esconder la cobardía. Los dos primeros periódicos, como queriendo señalar sin comprometerse, publican la fotografía de los jueces de Cádiz togados y plantados ante la puerta del palacio de justicia en protesta, dicen ellos, por la mención del lawfare en el acuerdo entre el PSOE y Junts. En realidad, los jueces están que trinan debido a la ley de amnistía —que aún no se ha aprobado.
Es una protesta política, pues, pero las portadas lo dicen sin decirlo. Un día más, los diarios tienen que hacer malabarismos para no señalar al mismo estamento judicial que tan bien ponderaron a raíz de los procesos a los líderes del 1-O y a sus colaboradores —procesos que ahora la amnistía quiere cancelar. A los facciosos no les pasará nada, ya lo ha adelantado la ministra de Justicia, magnánima, aunque la ley considera falta grave que los jueces censuren actos de las autoridades, como recuerda El País en el pie de foto. La imagen, además, da un poco de miedo porque es un contrapicado, un plano que se usa en el cine para representar al malo de la película y en la propaganda totalitaria para transmitir la superioridad del dictador.
El Trío de la Bencina va como un mono con tijeras en medio de un banquete de bodas. Defienden a los jueces rebeldes presentando la protesta como un acto de dignidad cívica y profesional en defensa de la división de poderes, la Constitución, la democracia, etcétera. ABC es el más mentiroso, al dar carta de naturaleza a los motivos de la protesta, que son parte de la realidad alternativa que han fabricado los organismos corporativos y de gobierno de la justicia española. Los jueces "lamentan que los políticos controlen las resoluciones judiciales que se han dictado", dice el tabloide monárquico, sin advertir que, con esa declaración, quien no respeta la separación de poderes son los propios jueces. Es difícil que eso extrañe a nadie —no es la primera vez ni la tercera que pasa—, pero resulta inquietante, si lo piensas. ¿Qué creen en ABC que es la separación de poderes? Inquietante.
La portada de El Periódico es un caso original entre todas las que por aquí desfilan. Parece un diario de hace un mes o del mes que viene, ponle tú la fecha. Es difícil decir qué tiene de diario de este miércoles que no sea del miércoles que viene. Hay que aplaudir la oferta de temas propios y alternativos a la conversación pública —las consecuencias de la sequía, la crisis de Rodalies, la desaparición de oficios artesanos, etcétera— en tono, además, positivos y prospectivos, hablando de soluciones y del porvenir. Pero estos días concretos —este lunes, este martes, este miércoles, este jueves, este viernes— lo que sucede en la vida pública no es eso y es muy grave. No hablar, despreciarlo o esconderlo por repetido, contemplarlo con ademán flemático o desganado tiene poco o nada que ver con la conversación pública actual.
Ciertamente, los políticos pudren el hígado al más paciente y la política es más politiquería y partidismo que el arte de gobernar. Pero de aquí a no decir casi nada, con la que está cayendo... La portada del diario parece incluso la declinación periodística de la actitud antipolítica que corrompe y degrada la vida pública occidental. Es todo un debate. El afán de abrir otras conversaciones de interés ciudadano y la aspiración a dotar a la versión impresa de originalidad y de hacer un producto singular son propósitos excelentes. El riesgo es que el diario acabe fuera de la conversación pública real, se ponga en duda su capacidad de juicio y que esas iniciativas beneméritas queden en una marcianada. O no. Lo dice el dicho: Quien no se arriesga, no pesca.
