Hace daño en los ojos no ver en ninguna portada de Barcelona una sola referencia a la confirmación del procesamiento de 29 altos cargos del Govern durante el referéndum de independencia del 1-O. Esta decisión de la Audiencia de Barcelona pone en marcha los juicios políticos contra la segunda línea del independentismo. Se les acusa de malversación, prevaricación, falsedad documental y desobediencia. Algunos de esos delitos no pudieron probarse en el Supremo ni en la Audiencia Nacional. Para otros se fabricó un relato que no ha pasado el examen de otras jurisdicciones fuera de España y de los organismos internacionales independientes. Es una lástima que —salvo un rinconcito en El Punt Avui— ni La Vanguardia, ni El Periódico ni Ara lleven el tema en primera.
Los diarios son muy dueños de hacer lo que quieran, naturalmente. Faltaría más. Sin embargo, hoy presentan una brutta figura. Parece que el destino de los acusados ya les parece bien, que se han acostumbrado, están cansados o les deja indiferentes. El miedo también habrá jugado algún papel. Sea como fuere, el resultado es el mismo: normalizar la represión como parte del paisaje político, judicial y mediático; hacer pasar la disidencia por delincuencia, insensibilizar a la gente, silenciar las iniquidades. Si ninguna portada levanta la mano, injustos y arbitrarios llevan una vida más cómoda. A la prensa patriótica de Madrid, que es toda, no se la espera. Pero el silencio de las portadas de Barcelona es feo. No tenían que protestar ni nada. Sólo reseñarlo. Han decidido no hacerlo.
La Superliga en tono visceral
La mayoría de los diarios prefiere abrir con la Superliga europea de fútbol. Ciertamente, es un tema de conversación. Quizás El Tema. En el estruendo que han organizado los 12 clubs promotores incluso se han implicado varios gobiernos europeos, como explica El País. Las repercusiones de esta iniciativa, también políticas, no son poca cosa.
En general, el tono de los titulares y sumarios de las portadas está tocado de visceralidad. No sólo por la burrada de La Razón, que ya habla de "chantaje". A ver, no estamos aquí. Quizás el diario del Grupo Planeta no imagina otra manera de hacer negocios. Quizá ya han tomado partido por la Superliga. El Mundo no parece tan decidido. En fin. Tratándose de fútbol es inevitable una cierta carga emocional. No tanto tratándose de diarios. Porque tras la iniciativa hay razones económicas y competitivas que quedan tapadas por el enfoque sensacional y no se acaban de explicar.
El Financial Times calcula que 360 equipos profesionales europeos necesitarán ayuda para sobrevivir al final de temporada. Entre otros, los franceses, cuyos presupuestos dependen de las retransmisiones televisivas, de las que ninguna empresa ha querido hacerse cargo desde que Mediapro renunció el otoño pasado. Respecto a la competición, fíjate: Barça y Bayern, por ejemplo, se han enfrentado menos de una docena de veces, aunque ambos existen desde hace 121 años y las competiciones europeas desde hace 70. Estos son los partidos que la audiencia global quiere ver, los equipos de las estrellas. También son los que dejan más caja. Los promotores de la Superliga calculan que si esos equipos se enfrentan más a menudo, el negocio sube a 4.000 millones de euros por año, el doble de lo que factura la UEFA. Además, una liga de sólo 20 equipos dejaría a cada uno un trozo de pastel mayor que la Champions de 36 equipos.
La Superliga se propone destinar 400 millones por temporada a otros clubs y competiciones con el fin de mantener el ecosistema futbolístico. Se lo permitirían los mayores ingresos, y también los nuevos mecanismos de control del llamado "coste deportivo" (sueldos de jugadores, transferencias y comisiones), al que los equipos dedican el 70%-80% de sus ingresos. Los de la Superliga se han comprometido a dedicarle sólo el 55% y marcar límites salariales más estrictos. Además, eliminar el riesgo de descenso hará que los clubes puedan endeudarse más a costa de futuros ingresos más estables. Etcétera.
Entre los aficionados —factor importante— muchos juzgan demasiado codiciosa la iniciativa. Otros piensan que la falta de descenso y ascenso equivale a hacer trampas. Ayer, en Old Trafford, el estadio del Manchester United, colgaron una pancarta que decía: "Creado por los pobres, robado por los ricos". Los días y semanas que vienen podrás ver cómo los diarios se esfuerzan (o no) por tocar bien un asunto más sofisticado de lo que parece. No les bastará con jugar con las emociones y la víscera de los tiffosi.