La fragilidad es la propiedad de un material de romperse con facilidad. La contraria es la ductilidad. Los materiales dúctiles solo se rompen si sufren tensiones y deformaciones intensas. Lo que muestran las portadas del Trío de la Bencina de este viernes es la españolidad frágil. También la muestran la confusión de los partidos de la derecha, de las asociaciones judiciales y de fiscales, de los inspectores de Hacienda, de los sindicatos ferroviarios, de la patronal o de la Conferencia Episcopal. En el caso de los diarios sería más bien la farsa de la españolidad frágil, porque tienen que exagerar, desorbitar e imitar el contenido del acuerdo de investidura a que han llegado Junts y el PSOE para justificar la riada de victimismo, acusaciones de traición y sentimiento de humillación que motorizan los títulos de portada. Lo personalizan en el presidente del gobierno en funciones: “Sánchez humilla al Estado” (ABC), “rinde el Estado a Puigdemont” (El Mundo) o “desarma la democracia de todos” (La Razón). El efecto es cómico, porque solo un Estado fuerte y seguro de sí mismo puede asumir una amnistía y un reconocimiento nacional o el lawfare, como se concreta en acuerdo con Junts, o sobrevivir traspasando el sistema de Rodalies o perdonando un 20% de la deuda de un gobierno autonómico, como dice el pacto con Esquerra Republicana.
Para titular estas enormidades (¡España se muere!) sin pasar vergüenza, los diarios del Trío de la Bencina afirman, por ejemplo, que el acuerdo somete el poder judicial a la supervisión del Legislativo. Esto no figura en el texto de los acuerdos. Afirman también que se cederá a la Generalitat de Catalunya el 100% de los impuestos, cosa que en los acuerdos se menciona como la postura de Junts en la posterior negociación y se especifica que el PSOE no lo ve y solo defiende la reforma del actual sistema para otorgar “singularidad” a Catalunya. Afirman que “Puigdemont impone el cupo [vasco]”, y no advierten de que los independentistas han pasado de exigir la recaudación directa del 100% de los impuestos a pedir su cesión, es decir, ampliar el sistema vigente de cuotas, diferente y mucho más exiguo que el foral. Afirman que PSOE y Junts han pactado un referéndum. No. Es la propuesta de que Junts llevará a la siguiente reunión con los socialistas. Y así todo. Lo ven como una traición y este es el relato en que insistirán de ahora en adelante, añadiéndolo al del "gobierno ilegítimo" de Pedro Sánchez que ya repetían la legislatura anterior.
Otro relato es el que presenta los acuerdos como una oportunidad. Aquí hay muchos matices. El País, El Periódico, Ara y La Vanguardia los exponen como un punto de llegada sobre el que se construirá una legislatura estable y ponen el acento en mostrar el independentismo como el hijo pródigo que vuelve a la Constitución, a las instituciones del Estado, a la política renunciando a la unilateralidad, etcétera. Es el "todos dentro" del que habla Enric Juliana, comentarista de referencia de La Vanguardia: los independentistas “se someten a la soberanía del pueblo español representada en el Congreso para obtener la amnistía. Momento democrático”, dice. El País hace uno de esos editoriales largos donde desprecia, reprueba y trata con condescendencia al movimiento independentista —como para demostrar su españolidad sin tara— y, en el último párrafo, dice que todo es constitucional, que es una nueva etapa para Catalunya, etcétera. Una variante de este relato insiste en que los acuerdos son un punto de partida, que habrá que ver cómo evolucionan en el transcurso de esta legislatura, que tienen un alcance global... Un poco La Vanguardia y, sobre todo, El Punt Avui los explican bajo esta luz. Españolidad frágil y españolidad dúctil. Españolidad, al fin.