Siete de los doce investigados por terrorismo en el caso Tsunami Democràtic han decidido exiliarse. El abogado general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) propone anular la sentencia del Tribunal General de la Unión Europea (TGUE), de julio de 2022, que negó el escaño a los eurodiputados de Junts Carles Puigdemont y Toni Comín. Ambos hechos, que aparecen —mucho o poco— en las portadas de casi todos los diarios que aquí se comentan, no hablan bien de la justicia española ni de la impresión general entre la ciudadanía española, que considera culpables de algún delito los líderes del procés. Puede ser que esta nueva oleada de exiliados, como dice ABC, sea una nueva estrategia del independentismo para "internacionalizar el procés" y pintar de feo la actuación de los jueces españoles y del llamado deep state. El Mundo dice que los nuevos exiliados desconfían de la actitud de justicia española contra la inminente amnistía, como queriendo decir que se marchan porque saben que son culpables, en aplicación de aquel argumento de mentalidad autoritaria: si no has hecho nada malo, no tienes nada que temer. La Vanguardia, que, como siempre, no quiere complicarse la vida, no menciona ninguno de los dos hechos en portada, no sea que el diario se vea obligado a aceptar que alguna cosa no funciona.

En fin. Estos diarios, en vez de cuestionarse el trabajo del Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional o el Tribunal de Cuentas —y los cuerpos y fuerzas de seguridad españoles que son su brazo ejecutor—, vuelven a dar como culpable, por defecto, a toda cuanta persona esté conectada con el procés. Si, como de costumbre, el TJUE acepta las tesis del abogado general, les dará una apoplejía y tendrán que comerse con patatas su beligerancia contra el movimiento independentista. Podrían guardarse la espalda un poco, al menos hasta que el tribunal europeo decida sobre el caso de la inmunidad de Puigdemont y Comin y los que quedan pendientes —todo pinta que los jueces europeos esperarán si se aprueba la amnistía para ahorrarse una sentencia que sirva de precedente.

La portada de El Mundo continúa el desparrame de sospechas contra Arnaldo Otegi, líder de EH Bildu, partido que los sondeos pronostican como ganador de las elecciones al Parlamento vasco. Hasta que no se sepan los resultados, nada, claro. El Trío de la Bencina, sin embargo, no pierde oportunidad de resucitar el fantasma de ETA para manchar al partido abertzale, sea para evitar que sea el más votado, sea para hacerlo no pactable para el PSOE o —si este pacto se produjera— para poder acusarlo de connivencia con el terrorismo, un terrorismo desaparecido desde el 2010. Otra manera de provocar esta impresión es la de ABC, recordando con reportajes llorosos casos antiguos de terrorismo que no han podido resolverse o mostrando gente que todavía tiene vivo el trauma personal de los atentados. Es curioso que cuando el mismo trauma afecta a familiares de represaliados —asesinatos incluidos— por el franquismo, ni este diario ni sus colegas adopten la misma actitud, hecho que demuestra que son más falsos que un duro sevillano y que el sentimentalismo que emplean con las víctimas del terrorismo solo es otra manipulación al servicio de su partidismo.

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