Gran cabreo de los diarios de Madrid por el proyecto de ley de Memoria, que acota la ley de Amnistía de 1977 y permitirá investigar y, eventualmente, juzgar crímenes del franquismo, incluidos los originados por la violencia de ultraderecha entre 1978 y 1981. La portada más enfadada es la de ABC. Está de muy mala leche, porque la fotografía de la bancada socialista, con Felipe González al frente, del día que se aprobó la amnistía, es un aviso al actual gobierno, encabezado por otro socialista, y ganas de meter miedo a los que, como Felipe, se pasean por el mundo como estadistas gracias a aquella ley del olvido y del punto final. Dice el tabloide monárquico que la futura ley de la Memoria "dinamita el legado de la Transición". Es decir, el diario reconoce, a estas alturas, que la democracia fue tolerada por las oligarquías franquistas a cambio de inmunidad para sus crímenes, delitos y maldades; un reconocimiento de que, a cambio de pasar página y protegerla de cualquier investigación judicial, la institucionalidad franquista abrió paso a las instituciones de 1978. En aquellos tiempos se decía con admiración que "la dictadura se había hecho el haraquiri", sometida a la presión internacional y la oposición interna, etcétera, etcétera. Es la narrativa épica, la anatomía de un segundo, cargada de grietas y goteras.

Realmente no fue así. Nada de haraquiri. No hay casi ninguna de las buenas familias del régimen de Franco que haya quedado fuera del actual reparto del poder o que haya dejado de ser una buena familia. Un caso entre mil, ahora que es actual: Margarita Mariscal de Gante, consejera del Tribunal de Cuentas y promotora de la causa contra los líderes del 1-O. Juez, exconsellera del Poder Judicial, exministra de Justicia con José Maria Aznar. Es hija de Jaime Mariscal de Gante, policía y juez del Tribunal de Orden Público (ahora Audiencia Nacional) durante el franquismo. ¿Qué crees que piensan las Margaritas Mariscal de Gante de España de esta ley de Memoria y qué te parece que harán al respecto? El Valle de los Caídos, con Franco allí enterrado, ha ido y venido durante 45 años. Cuarenta y cinco años. Se dice pronto. Otro caso: el sistema judicial español certificó hace dos años que Franco era "jefe del Estado" el 1 de octubre de 1936, legitimando así jurídicamente el golpe de Estado. O lo que ha costado y cuesta el retorno de los Papeles de Salamanca, arrebatados en el latrocinio represivo tras la Guerra Civil. En fin. Son miles los episodios y situaciones de este tipo.

Tiene gracia. El meollo de lo que proponen PSOE y Unidas Podemos es, ni más ni menos, que subordinar la la ley de Amnistía de 1977 al derecho internacional, que establece que los crímenes de guerra, de lesa humanidad, genocidio y torturas son "imprescriptibles" y "no amnistiables". Hasta ahora, algunos jueces y fiscales consideran que la ley del 77 protegía el mal pasado del franquismo. Esta es una razón principal por la que las únicas jurisdicciones que investigan crímenes de aquella época son extranjeras.

En este contexto, cuesta entender la rabieta de ABC y de los otros tres diarios de Madrid, incluido El País, más sagaz al decir que "la mayoría de los juristas consideran que la nueva norma es de difícil aplicación". Muy hábiles. La inquietud de estos diarios coincide con las rabietas periódicas de los militares que piden destituir a Pedro Sánchez o se quejan de que el gobierno actual "quiere acabar con los consensos del 78", entre los cuales la impunidad de sus colegas y el bienestar de todos los que se hicieron un nombre, un patrimonio y una posición a la sombra del franquismo. La nueva ley, aunque sea "de difícil aplicación", quizás permitirá conocer la verdad de estos nombres, patrimonios y posiciones. Sería un avance. La verdad no duele a nadie, aunque asuste a quienes tienen cosas que esconder y perjudique a "consensos del 78" como los que han permitido y protegido los negocios del Rey emérito —por no hablar de los expresidentes del gobierno español, entre otras buenas vidas y puertas giratorias. De fondo, a los diarios —también a los de Barcelona que forman parte de este sistema resquebrajado— les corroe la angustia del cómplice: tarde o temprano, si la Democracia Consolidada™ y la Monarquía Moderna™ quieren perfeccionarse, ofrecer un relato más limpio y razonable y ganarse el respeto de los ciudadanos —no su resignación—, no podrán evitar enfrentarse a los defectos y olvidos de la Transición en lugar de silbar, mirar al techo y tirar pétalos de rosa a derecha e izquierda como hasta ahora.

ABC, portada

El País, portada

El Mundo, portada

La Razón, portada

La Vanguardia, portada

El Periódico, portada

El Punto Hoy, portada

Ahora, portada