La Vanguardia y El País abren su portada con un tremendo tema —el futuro de las pensiones— que no se atreven o no saben titular bien. ¿Por qué no dicen que la condición que la UE pone ahora a España para recibir los fondos europeos es que rebaje las pensiones, que es la consecuencia de lo que titulan ambos con una frase técnica, apta solo para catedráticos? ¿Qué significa "ampliar el periodo de cálculo de las pensiones" sino que el resultado final saldrá a la baja porque en el cálculo entrarán salarios antiguos, ordinariamente más bajos, que harán caer la base sobre la que se estiman hoy las pensiones? El Periódico trata de decirlo de manera más comprensible y le sale mejor transmitir la idea general de que esta nueva exigencia te perjudicará, pero es confuso porque "más años de vida laboral" puede entenderse como que quieren que trabajemos más tiempo. Que también lo quieren, pero no para estimar la pensión que te toca sino para retrasar su percepción y, por lo tanto, reducir los años de cobro. Es un segundo modo de recortarla.

En fin, lástima. A veces pasa: aciertas el tema y no te sale ponerlo al alcance de la gente. En este caso quizás también les ha dado un pelín de canguelo porque es una cuestión explosiva, de esas que tumban gobiernos. Por ese motivo, hace unos meses, se lio parda entre los ministros del PSOE y de Unidas-Podemos. A ver cómo sale ahora.

La inhumanidad de El Mundo y ABC

Hoy miércoles hay que felicitar a La Vanguardia y a Ara, que ayer martes llevaban en portada la foto de los campos de migrantes bielorrusos en la frontera con Polonia —con la Unión Europea, vaya—. Hoy la llevan El Periódico, El País, El Mundo y ABC. Los tabloides nacionalistas españoles, sin embargo, no pierden la oportunidad de presentar esa crisis humanitaria de manera que, medio de lado, les sirve para justificar lo que hasta ahora se hace en la frontera española en Ceuta y Melilla. Implícitamente, se hace aparecer a España en el papel de Polonia, como baluarte de las fronteras europeas, y al Marruecos de Mohamed VI en el papel de la Bielorrusia gobernada por otro tirano, Aliaksandar Rihóravich Lukaixenka, más conocido como Aleksandr Grigórievitx Lukaixenko, la versión rusa de su nombre.

El más atrevido —nadie lo habría dicho nunca— es ABC, que se inventa que "Europa se amuralla" (Europa no ha hecho nada aun y quizás el diario titula más por sus deseos) y que la UE sopesa instalar entre ambos países centroeuropeos vallas y concertinas, esas alambradas de hojas de acero para atrapar y causar cortes y lesiones graves a quien intente saltarlas. Este tipo de obstáculo es lo que España ha desplegado en sus dos ciudades africanas. Da la impresión que, más que explicar qué pasa en la frontera con Bielorrusia, se trata de justificar la política fronteriza española.

ABC y El Mundo, sin embargo, están en la luna de Valencia. El pasado 12 de octubre, el coronel de la Guardia Civil en Melilla, Antonio Sierras Sánchez, explicaba que la nueva vigilancia fronteriza se basará en cámaras de largo alcance y drones, además de sustituir las concertinas "que a duras penas servían como obstáculo y causaban heridas importantes a los migrantes". La sustitución supone "la oportunidad de reformar una valla que era totalmente ineficiente", añadió. A la vista de todo esto, no descartes que ese par de diarios considere que herir gravemente a los migrantes es una política disuasoria oportuna y una buena manera de gestionar las fronteras de la UE, tanto en Melilla como en Białystok.

No son los únicos. Hace dos semanas, el Puerto de Santander ha instalado concertinas en la valla para parar los asaltos de los refugiados albaneses que quieren embarcar como polizones hacia el Reino Unido. No es broma. El 2020, la naviera Brittany Ferries trasladó la línea entre Santander y Cork (Irlanda) al puerto de Bilbao por este problema. La ONG cántabra Pasaje Seguro ha denunciado las concertinas como "una gran inhumanidad". También lo es el juego sucio que se llevan ABC y El Mundo, que quizá podrían dedicar  más esfuerzos a explicar el régimen represor de Lukaixenka... y el de Marruecos, que en esos dos diarios siempre cae de pie como los gatos.

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