La portada tragicómica del día vuelve a ser la de El Mundo, que pasa la impresión de que Catalunya es un Ulster porque un informe de los Mossos dice que, hasta el 14 de julio de este año, han recibido 44 denuncias —cinco más que en todo el año pasado— por lo que el diario describe como "ataques de diversa índole a partidos" pero que el informe define como "hechos relacionados con partidos políticos". El diario te hace pensar en atentados o agresiones. Los Mossos no especifican nada. El título del diario, el principal de la portada, dice que "la violencia política repunta en Catalunya", un ejercicio de mala fe evidente para cualquier persona equipada con una alfabetización básica y dos dedos de frente. Es lo que tienen las obsesiones, que oscurecen la capacidad de juicio más elemental e intoxican la percepción.
Volodímir Zelenski está en todas las portadas de este viernes. El presidente ucraniano ha sido el protagonista de la cumbre de la Comunidad Política Europea, que reúne en Granada a más de cuarenta jefes de Estado y de gobierno. Los diarios monárquicos —La Vanguardia, ABC, La Razón, El Mundo— hacen aparecer a Zelenski con el rey, que ha vuelto a pronunciar otro discurso cargado de tópicos como "una verdadera paz no basada en la fuerza", etcétera. Da un poco de pena. Tantas ocasiones de hacerse escuchar ante audiencias cargadas de autoridades que son otras tantas oportunidades perdidas de mover ideas y propuestas luminosas y memorables, que les hagan pensar y actuar. Una lástima que esta mediocridad discursiva se haya hecho costumbre.
De hecho, ninguna portada abre con la intervención de Felipe de Borbón y casi todas titulan con una idea que Volodímir Zelenski no para de repetir: ayudad a Ucrania, su lucha es la lucha de los que creen en la libertad. Lo dice siempre y en todas partes. La portada del Ara es un recordatorio muy claro de que no es propaganda o ganas de hacer el llorón: titula con Zelenski, pero la fotografía es del cadáver de una de las 51 víctimas civiles muertas —asesinadas, cabe decir— este jueves por un misil ruso mientras velaban a un vecino en el café de un pueblo pequeño sin valor militar. A la vista del vacío real, quizás era lo mejor: mostrar la guerra.