Tendrías que reírte por no llorar. Mientras hasta 5 diarios tienen en portada, y grande, al Rey porque ha hecho en Asturias un discurso diciendo que hay que defender la democracia —ya ves, qué proeza—, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, claudicaba ante el presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, que le había exigido la suspensión del diputado Alberto Rodríguez. Batet tenía otras opciones para proteger el escaño de Rodríguez y, por lo tanto, de guardar mejor los derechos de los electores y los del diputado. Pero ha preferido ceder al Supremo antes que desafiarlo a cumplir la amenaza de procesarla por prevaricación, desobediencia o cualquier otra causa que pudiera fabricarse. A eso llamaba canguelo el editorial del viernes de esta Santa Casa.
Mientras el Rey repetía los habituales clichés y tópicos vacíos sobre democracia, igualdad, solidaridad y etcétera; mientras el Rey aleccionaba a su heredera, allí presente, para que "no se pierda lo conseguido" (y no hablaba de la fortuna de su padre, Juan Carlos I); mientras el Rey entregaba los premios Princesa de Asturias... Mientras seguía la comedia, el Tribunal Supremo forzaba la inhabilitación de un diputado por una discutible condena, basada en el testimonio de un policía, a un mes y quince días de prisión, conmutable por multa de 540€. Qué contraste entre la España de los discursos y la España real, donde el Tribunal Supremo, por debajo de la mesa, abarata la inhabilitación exprés de cualquier dirigente político y pasa por encima de la presidenta del Congreso, cuarta autoridad del país, que se ha dejado hacer sin decir ni mu. Qué contraste entre la España de las portadas y la España real.
El resto de asuntos de las portadas responde a las manías de cada diario. Es destacable la defensa sistemática que hace El País de la vicepresidenta económica española, Nadia Calviño, una de las representantes más acreditadas del socialismo corporate, que controlará la reforma de la legislación laboral aprobada por el PP en 2012. Le tocaría a Yolanda Díaz, vicepresidenta y ministra de Trabajo, pero no se fían, porque la Unión Europea vigila muy de cerca esa reforma, de la que no es muy partidaria. Es cosa que pone a Pedro Sánchez muy nervioso, porque sus posibilidades de mantenerse en la Moncloa pasen por los fondos europeos de reconstrucción pospandemia. Por otra parte, La Vanguardia vuelve a advertir que el apocalipsis en Catalunya es inminente a propósito del aeropuerto de El Prat, que estallará cuando se recupere el ritmo normal de uso de la infraestructura si no se amplía. La solución, queridos, está en el discurso del Rey, que nos ha exhortado "a seguir el recto camino de los valores y de los principios que engrandecen a una sociedad". Genial.