El anuncio de Pedro Sánchez de que sopesa dimitir a raíz de la investigación judicial sobre la actividad empresarial de su mujer ocupa todas las portadas, excepto la de El Punt Avui, que se dedica al centenario de S'Agaró. Así es. Cien años de alguien o de algo merecen celebrarse —aunque sea una urbanización litoral de gente acomodada—, por mucho que dimita el apoderado del Estado que te administra. La fiesta está en las portadas del Trío de la Bencina, que suben la apuesta para asesinar la reputación del presidente español. Lo de esos diarios encaja en la definición de Martijn Icks y Eric Shiraev, los científicos de referencia en el estudio de lo que en inglés se denomina character assassination: "un esfuerzo deliberado y sostenido por estropear la reputación o la credibilidad de una persona". Es decir, influir en el retrato o la reputación de alguien para crearle en la opinión pública una percepción extremadamente negativa o poco atractiva. Otro estudioso de la cosa, David Thomas, explica que el asesinato de la reputación "implica una exageración o manipulación intencionada de los hechos, la difusión de rumores y la desinformación deliberada para presentar una imagen falsa de la persona atacada, y críticas injustificadas y excesivas". Pues eso.

Estas precisiones académicas se ajustan a lo que hace la portada de El Mundo, que combina en el título principal una acusación ("Sánchez deja España en la interinidad") y un juicio de intenciones ("para victimizarse"). Es la versión dura de la reacción del Partido Popular y de Vox a la "carta a la ciudadanía" que ha publicado Sánchez, donde anuncia que necesita detenerse y reflexionar para decidir "si tengo que continuar al frente del gobierno o tengo que renunciar a este alto honor". Los motivos de Sánchez pueden ser más o menos razonables, pero el tabloide ultra los presenta como el capricho o la extravagancia de un hombre voluble y frágil, que tiene cosas que esconder y carece de respeto por la alta magistratura que ocupa y la voluntad de los electores. El título de ABC se detiene en la acusación, formulada en términos más sentimentales que institucionales ("deja España en vilo"). En los subtítulos, sin embargo, sí hace un juicio de intenciones ("busca una oleada de adhesiones"). La Razón, como ABC, dedica toda su portada al asunto y describe el momento de la misma manera. En el título usa un verbo agresivo ("amenaza con la dimisión") y dedica cinco de los siete subtítulos a reproducir el argumentario del PP. El título del editorial del diario del Grupo Planeta dice: "Victimismo y medias verdades calculadas". Hace años que estos tres diarios se apresuran a provocar una crisis así y, al ver a la víctima herida, no se privan de clavarle mordiscos aun más feroces a ver si acaban de matarla.

Los diarios más afectuosos con el actual gobierno publican títulos estrictamente factuales. La Vanguardia dice que Sánchez "estudia terminar" y da los motivos: "por|para 'el acoso' a su mujer". "Acoso" entre comillas|cometas porque el diario quiere señalar que eso lo ha dicho el presidente, que es su valoración y no la realidad objetiva. El Ahora y El País lo hacen corto y sintético. "Sánchez sopesa dejar el gobierno", dice el diario barcelonés, mientras que el madrileño utiliza el verbo "medita", que suena más solemne. El Periódico que desde hace meses no se muestra tan monclovita, describe la acción de Sánchez como una "escenificación", quizás queriendo decir que es o les parece una comedia, cuando menos. Suena levemente crítico, pero vete a saber.

Vale la pena fijarse en las fotos del presidente en suspenso que publican las portadas de hoy. El Mundo hace la clásica del personaje de espaldas yendo hacia la puerta del Congreso, como si se marchara para siempre. Tiene gracia la cara que hacen los ujieres de la cámara. Uno evita mirarlo y el otro, al contrario, parece que pruebe leer la cara de Sánchez como un tarotista las cartas. La Vanguardia y El País muestran unos planos más cercanos de un señor cariacontecido y dolorido. En el diario madrileño aun se le ve con una mueca cansada, una sonrisa muerta. En el barcelonés aparece cabizbajo y con un rictus afligido, de fatiga. Una foto que hace pensar es la que publica La Razón, de la agencia Europa Press. Es la misma que ilustra esta pieza. Es el Sánchez tristón y conformado de El País, pero un par de metros detrás se ve a la vicepresidenta María Jesús Montero hablando por el móvil con pinta despreocupada, y a la ministra de Enseñanza y portavoz, Pilar Alegría, que comenta alguna cosa a la vicepresidenta Teresa Ribera con una buena sonrisa en la cara. Qué contraste de actitudes y que solo se ve a Pedro Sánchez.

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