"Así no podemos vivir más", dijo Mijaíl Gorbachov a Eduard Shevardnadze, a quien después nombraría ministro de Asuntos Exteriores. La anécdota la recuerda Marilyn Berger a The New York Times. Era el año 1984, uno antes de que lo nombraran secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y, por lo tanto, líder de hecho del Estado cuya disolución, seis años después, originaría una docena de nuevas repúblicas independientes, entre otras Ucrania. Gorbachov liquidó la Guerra Fría, el Telón de Acero y el comunismo totalitario. Cambió el mundo de verdad. No lo hizo sol, claro, pero encabezó el desguace del aparato omnipresente del PCUS —70 años controlando a la sociedad soviética con mano de hierro, de arriba abajo— para dar una oportunidad a la libertad, a la auodeterminación y también a los países de Europa Central y del Este sometidos al yugo imperial e ideológico soviético. En Rusia, sin embargo, todo quedó en eso, en una oportunidad. La tarea era demasiado grande para un solo hombre. Como "el enterrador de la URSS" lo recuerdan los compatriotas que lo acusan de haber vendido el país a los Estados Unidos. Son los mismos que se olvidan de que los soviéticos se pasaban media vida haciendo cola para conseguir productos de primera necesidad en un país donde la mentira y el disimulo eran la quintaesencia de la vida política y social, como explica Veronika Dorman en Libération.

La muerte de Gorbatchov destaca en la mayoría de portadas de los diarios de papel de hoy. El óbito se comunicó hacia las 23 horas y algunos impresos ya habían lanzado su primera edición sin esa información. Entre los que han conseguido rehacer la portada a tiempo, ninguno ha hecho tratamiento destacable alguno, al margen de otorgarle buen espacio. La noticia de verdad que competía era la decisión de Francia de repensar la negativa al gasoducto Midcat gracias a la conjura de los jefes de gobierno de Alemania y España para presionar a Emmanuel Macron, el presidente francés. Bien, no en todos los diarios. El Trío de la Bencina (El Mundo, ABC, La Razón) ha preferido hacer propaganda de Feijóo y del PP. El Mundo, por ejemplo, hace un póster publicitario de la propuesta del presidente popular, Alberto Núñez Feijóo, de rebajar el IVA del gas, aunque no tiene ninguna opción de prosperar. ABC y La Razón hacen una cosa parecida porque, a despecho de que España se marca un gran tanto con el Midcat y el pacto con Alemania —más que Aznar con la foto del Trío de las Azores—, es mucho más importante echar a Pedro Sánchez de la Moncloa y, por lo tanto, no se puede ceder ni un milímetro en la tarea de mancharlo. Sí, siempre lo hacen y ya estás harto —o no— pero vale la pena insistir: esos diarios tienen objetivos que pasan por encima de su misión de informar.

Entre los diarios catalanes, da un poco de cosita ver la primera edición de El Periódico, que celebra el 25 aniversario de la muerte de Diana de Gales. Una que todavía no había nacido cuando Lady Di moría en un accidente de coche en París, la elogiaba ayer lunes en un chat y concluía: "Qué tiarra". El Periódico se ha ganado a una lectora, cuando menos hoy. La anécdota da que pensar. De Gorbachov, un titán político protagonista de una gesta histórica sin precedentes, queda una idea vaga y nebulosa, mientras a Diana Frances Spencer —que no dejó mucha obra hecha salvo la elegancia, la celebridad y dos hijos— se la venera como "princesa del pueblo", concepto fabricado por un lampista político en la sala de máquinas del entonces premier Tony Blair para contrarrestar la repentina impopularidad de la familia real británica. A los que han aprendido historia en las series, Gorbachov les suena de la desgracia nuclear de Chernobil, mientras que Lady Di sale hecha una heroína, más o menos, de The Crown. Un legado contra una leyenda. Así es el mundo.

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