L'ABC y La Razón son los dos únicos diarios —menuda pareja— que han decidido no publicar en portada la fotografía de Pablo Casado marchándose del hemiciclo del Congreso tras una breve intervención de dos minutos, donde ha declamado una declaración de principios vacía y grandilocuente —le habrían servido mejor si los hubiera practicado. Dichos así, en frío y extemporáneamente, en una sesión de control, donde la declaración/declamación no venía a cuento de nada, se parecía más el zeppitsu o yuigon, el poema de despedida que los samuráis componían sobre el dorso del tessen o abanico de guerra antes del suicidio ritual, el harakiri (腹切) —seppuku (切腹), por los exquisitos. Los diputados del grupo parlamentario popular, que habían abandonado a Casado en masa las 24 horas anteriores, han hecho el papel de compañero del suicida, el kaishaku, que se mantenía de pie a su lado. Si lo veía sufrir mucho, le cortaba la cabeza para abreviar el dolor. Podríamos hacer un equivalente con alguna tragedia griega pero sería dar demasiado vuelo a toda esta confusión.

El recuento de los periódicos que dan o no la foto de Casado marchándose del Congreso tiene su cosa, porque ABC y La Razón han ocupado sus portadas con esta confusión los últimos ocho días. El tabloide monárquico ha pedido la dimisión de Pablo Casado en el título principal de primera página los últimos cinco días. Los-Últimos-Cinco-Días. Qué coñazo. Todo con una guerra aquí al lado en la que está implicada España. Tiene mucho delito que el día del desenlace de esta tragicomedia popular, ABC no publique la imagen que tan patentemente simboliza el final. Caraduras. Ha hecho algo así como el teatro de Benavente, donde las cosas ocurren fuera de escena y los actores se las explican los unos a los otros y al público en una especie de acción sin acción. O quizás lo que pretendía el diario es atizar un último desprecio al casi expresidente del PP, caído por España.

Como aquí tenemos que hablar de lo que hablan los diarios —como norma general— habrá que señalar su esfuerzo por no publicar todos la misma foto. Enhorabuena. El País publica la única donde se ve a Casado de cara, lo cual permite apreciar que se ha marchado a paso ligero y buena zancada, como quien quiere ahorrarse cualquier segundo de presencia más al lado de los que le han traicionado, sus propios diputados. La prisa de Casado quizás delata también un punto y más de vergüenza —¿o será indignación?—, porque no es grato que te echen como un perro callejero cuando hace diez días eras el jefe de la oposición. Es una gran foto de Bruno Thevenin, un crack. El resto de diarios toma a Casado de espaldas o medio de lado. La Vanguardia publica una instantánea de Dani Duch que es como la cruz de la anterior. Tiene la gracia de que se ven las caras de indiferencia de parte de la bancada popular mirando al que se va. El Mundo toma a Casado al final de las escaleras que llevan a los pasillos del Congreso, lejos y al fondo, una sombra medio borrada en un plano muy abierto que acentúa la soledad del hombre, una soledad de proscrito o de vencido que ya no puede hacer daño. No es mala opción para el diario que más ha perseguido a Casado estos días —de hecho ahí arrancó el incendio mediático que ha devorado al exlíder del PP. La foto es de Bernardo Díaz. Ara elige una de Eduardo Parra, tomada desde el mismo lado que la de La Vanguardia. La edición de la imagen, que se corta para acercar la escena, deja a Casado completamente de espaldas y, a su izquierda, a la diputada riojana Cuca Gamarra, que aplaude a quien no hace ni medio año la nombró portavoz en sustitución de Cayetana Álvarez de Toledo. Es una escena extraña. Es triste y, al mismo tiempo, no da ninguna pena.

El País

La Vanguardia

Ara

El Mundo

El Periódico

El Punt Avui

ABC

La Razón