Tres flashes de las portadas de hoy. El primero: las de ABC y El Periódico parece que van de asuntos diferentes y no. Hay un hilo conductor: hablan de poner en manos de la justicia y de la policía asuntos que en otros países dependen más de la escuela, de la familia y de la, digamos, cultura cívica y política general de los ciudadanos, especialmente de los que ocupan cargos representativos.
El tabloide monárquico anuncia, indignado y chillón ("alud", "mordaza"), que PP y Vox han presentado o presentarán 20 recursos al Tribunal Constitucional contra el ejecutivo español relacionados con el abuso de los decretos-ley, una manera de legislar sin pasar por el Congreso pensada para momentos extraordinarios, pero que décadas de práctica ha transformado en ordinaria porque al gobierno le cuesta reunir una mayoría y/o le da pereza negociar y transaccionar para aprobar las leyes en el legislativo, como ocurre en las democracias que de hecho lo son. El PP, además, sabe que la composición del TC le favorece, de manera que intenta ganar en los despachos del tribunal lo que no puede ganar en el Congreso. En resumen, un TC partidista gestionará las consecuencias de una cultura democrática de baja calidad —prueba de lo cual es esa misma institución— mientras que las causas de est manera de ser y de hacer no las ataca nadie.
Mossos para delitos de odio
El Periódico abre diciendo que los Mossos dedicarán una nueva unidad al auge de los llamados "delitos de odio". El Manual Práctico sobre la cosa, coordinado por el fiscal especializado de Barcelona, los describe como "la expresión de la intolerancia y el rechazo a las personas por el solo hecho de ser diferentes" y menciona, entre otros, al racismo, la homofobia, la aporofobia (odio a los pobres), la intolerancia religiosa o al machismo. Justamente ayer se supo que tres personas "de estética neonazi" rociaron con gasolina a otra sin hogar para quemarla, según un vigilante. Que tengan que dedicarse recursos policiales de calidad a esta tarea —no es tan fácil identificar e investigar delitos de odio— también es señal que alguna cosa falla en los procesos educativos y de socialización. Los agentes de la nueva unidad se ocuparán de reprimir estas conductas, consecuencia de condiciones y actitudes que no toca a la policía (ni a los jueces) reformar o reconducir.
A la misma cultura política pertenece el tema que abre La Vanguardia: cinco partidos indepes —entre ellos Junts, ERC y la CUP—, se comprometen por escrito a no pactar con Salvador Illa, el candidato del PSC. Bien por el afán de diálogo. Recuerda la CiU que firmó ante notario que no pactaría con el PP, en 2006. También, sobre todo, al pacto del Tinell firmado por el tripartito ERC-PSC-ICV en 2003, que incluía una cláusula parecida. El PP, con una rabieta colosal, replicó con la campaña de firmas contra los catalanes y el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatut, cuya sentencia de 2010 es el polvo del que vienen estos barros.
Las fabricaciones de El Mundo
También llama la atención la portada de El Mundo. A propósito del rótulo en un telediario de TVE ("Leonor se va de España, como su abuelo") que ha indignado a algunos, el diario fabrica un escándalo para embarrar a Podemos en una "campaña contra la democracia con foco principal en la Corona". Podemos no tiene nada que ver con el rótulo y la Corona se basta ella sola para hacerse la campaña, pero qué más da. Otro título recoge graves acusaciones indocumentadas de Vox contra los Mossos d'Esquadra. Es decir, que Podemos es caca y Vox, miel. El diario parece una parodia de si mismo. No pocos tertulianos, esta mañana, se llenarán la boca con estos cuentos, que ayer ya corrían por las redes sociales.
El tercer flash es el tema principal de El País. El PP entra en combustión porque su presidente, Pablo Casado, en una entrevista en RAC1, quiso blanquear su comportamiento en los casos de corrupción que asedian al PP y con la violencia policial con que se reprimió a los votantes del 1-O. Los dirigentes del PP de aquel momento, "el PP de Rajoy", han salido en tromba a acusar acCasado de mentiroso. Este es el estado del principal partido de la oposición ahora mismo: juicios por corrupción y dirigentes a la greña.
A a la vista de las portadas de hoy, sin contar otros hechos habituales de primera página (presos políticos y exiliados, Pablo Hasél, el rey emérito...), quizás Pablo Iglesias no va tan desencaminado cuando dice que "no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España". Quizás.