Que la política catalana está en manos de los jueces —del Supremo, de la Audiencia Nacional, del Superior de Catalunya, de primera instancia, españoles, belgas...— les debe parecer a La Vanguardia y El Periódico el pan nuestro de cada día y normalidad institucional, porque casi ni llevan en portada que será el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya y no el Govern de la Generalitat quien pondrá fecha a las elecciones, gracias a los cinco recursos contra el decreto de aplazamiento electoral presentados por otros tantos actores, entre ellos partidos incapaces de conseguir los avales para concurrir a las elecciones, y entidades zombis que actúan como testaferros de partidos que no ponen la cara por electoralismo puro y simple. La sensibilidad de esos diarios se afecta mucho más, claro que sí, por la militarización de la jura de Joe Biden como 46.º presidente de los Estados Unidos, o la alarma por la cepa británica del virus, un caso de la semana pasada. Quizás ya les va bien así.
El otro asunto que ni aparece en las portadas y será —lo es ya— uno de los caballos de batalla informativos del año, tiene que ver con los 70.000 millones a fondo perdido asignados a España en el plan europeo de recuperación postpandemia. Hay 70.000 más a los que España puede acceder —pero son a devolver. La cosa es que España ni ningún otro estado recibirá un euro hasta que no se compruebe que ha concretado y aplica las recomendaciones específicas que Bruselas ha hecho a cada país. La UE lo examinará dos veces al año y ha establecido un sistema de controles exhaustivo. ¿Recuerdas a los "hombres de negro"? Pues eso y más. Piensa: sin ese dinero, la recuperación va al palo.
En España, la UE ha pedido profundizar la liberalización del mercado laboral iniciada en 2012 por el gobierno del PP, y ajustar el sistema de pensiones en la misma línea. La reforma de las pensiones que promueve el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, consiste en reducirlas por la vía de alargar la edad de jubilación y ampliar el periodo de cómputo para calcularlas. El ministerio piensa que así ahorrará 16.000 millones al Estado. Problema: el socio de gobierno del PSOE, Unidas Podemos, no está por la labor. No quiere oír hablar de recortar las pensiones. Y de flexibilizar el mercado laboral tampoco. Al contrario, tanto el PSOE como UP fueron a las elecciones con la promesa de derogar los aspectos más lesivos de la reforma de 2012. Más problema: en Bruselas son muy fans de las dos reformas de 2012.
Hay más exigencias. Fomentar la transición energética o descarbonización, inversiones para la transición digital y el cambio climático, mejorar la gestión de la Hacienda pública, reducir el abandono escolar o el porcentaje de personas en riesgo de pobreza, etcétera. Pero mercado de trabajo y pensiones son las dos reformas estructurales clave para recibir los fondos. "El desembolso está supeditado al satisfactorio cumplimiento de los hitos y los objetivos por los Estados", dice el reglamento del plan de recuperación, aprobado con una gran mayoría formada por conservadores, socialdemócratas, liberales y verdes, los cuatro grandes grupos del Parlamento Europeo.
¿Tú tampoco ves ninguna nota sobre todo eso en las portadas de hoy, verdad? Claro que es un asunto pesado, molesto y cargante —es decir, difícil de titular y poco sexi. Da pereza ponerlo en portada, cierto. Más todavía si tienes un buen jaleo, fácil de titular, a costa del gobierno central y del ministro de Sanidad, Salvador Illa, a quien se le han sublevado algunas comunidades autónomas que quieren... más autonomía para gestionar la pandemia. Sin embargo, a ver, es que la ministra de la cosa, Nadia Calviño, estuvo ayer en Bruselas a explicar los planes de reforma españoles. Le dijeron que bien, que les gusta la música pero que hay que mejorar mucho la letra y quieren "un compromiso muy fuerte". Es decir, vienen recortes en los servicios públicos, dificultades para sectores económicos clave, menos ingresos para las familias (los salarios no mejorarán y el paro aun será crítico), mermas en las pensiones, pérdida de valor de las viviendas, etcétera, y los diarios están en la luna de Valencia, que si el toque de queda es a las 20 horas o a las 22 o si Iglesias y Puigdemont ñí, ñí, ñí. Mira qué bien.