Las portadas de los diarios de Barcelona abren con la desaparición de los peajes de las autopistas catalanas. Casi, como dice El Periódico, porque quedan vivos algunos. Aquí un demagogo diría que lo que ganamos en peajes lo perdemos en el recibo del la luz, pero esta columna procura estar bien lejos de la demagogia. Son 556 kilómetros (415, según El Punt Avui) de vías de alta capacidad liberadas del pago directo —porque el mantenimiento costará un dinero que figurará en alguno de los créditos presupuestarios del Estado, cosa que abre un nuevo frente de incumplimientos del gobierno español o, visto de otro modo, más incentivos en forma de agravio para el modelo de catalanismo político conocido aquí como Peix al Cove.
Vaya. La ministra de Transportes, Raquel Sánchez —la exalcaldesa de Gavà—, explica a El Periódico que hay que encontrar un sistema de financiación "que no genere agravios", porque se han comprometido con Bruselas a implantar un pago por uso de autopistas y autovías. ¿Y ese sistema aun tienen que encontrarlo? Tiene gracia porque hace veinte años —vint, vinte, twenty, vingt, venti— que se sabe que el 1 de septiembre del 2021 acabarían los peajes de la AP-2, AP-7, C-32 norte y C-33.
El Trío de la Bencina aun abre hoy la portada con Afganistán, aunque es asunto pasado, porque los títulos de este miércoles podrían ser los de ayer. Parece que tienen ganas de flagelarse o que el suministro de material que perjudique al Gobierno no funciona como es debido. Es raro que no insistan en la confusión de la tarifa eléctrica propiciada por el ejecutivo de Pedro Sánchez y su ministra de la cosa, Teresa Ribera. Quizás no les compensa, porque al castigo al gobierno tendría que acompañarle el garrotazo a las eléctricas y por aquí sí que no, que con las cosas de comer no se juega.
El País compensa el título agresivo del martes con una entrevista a la ministra, que culpa del desbarajuste a la codicia de las eléctricas. Es una novedad —un cambio de narrativa, como ahora se dice— porque hasta ahora la culpa era de Bruselas. Para que no te engañen, recuerda que la nueva tarifa eléctrica es obra del ministerio, que también es el responsable directo de sus consecuencias: inflación como no se veía hace nueve años, que El Mundo ejemplariza de forma muy castiza diciendo en un título pequeño de portada que hacer una tortilla de patatas es hoy un 20,5% más caro que a principios de año. Es un ejemplo brillante de como el periodismo, si tiene ganas y aplica un poco de maña, puede salirse con la suya casi siempre. Y aquí es donde encontramos la relación entre el precio de la luz, los peajes y la tortilla de patatas. En los huevos. Los reales y los metafóricos.