Qué contraste. Unas portadas dibujan a Pedro Sánchez con los contornos de un estadista de estatura mundial que encabeza “la ofensiva diplomática contra Netanyahu” (como titula Ara) o que toma decisiones “históricas” (lo dice El País), que merecen título a toda plana y más de media portada (así lo publica La Vanguardia). Otras portadas (las del Trío de la Bencina) pintan un Sánchez con los colores turbios de la farsa y las trampas, al abrigo de que decidió escribir la famosa carta “profundamente enamorado” pocas horas después de que el juez notificara a su mujer, Begoña Gómez, que la investigaba como posible partícipe de presuntos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios. En la carta, el presidente español anunciaba que tomaba cinco días para reflexionar sobre su dimisión, un hecho insólito en la historia de la democracia postfranquista. El Periódico es más aguafiestas. El título principal de portada va del reconocimiento del Estado palestino, sí, pero para estampar la réplica del gobierno de Israel, que acusa a Sánchez de “cómplice del genocidio judío”. Uf.
Ciertamente, un mismo conjunto de hechos puede ordenarse y ser leído de maneras diferentes. Pero aquí pasa otra cosa, bien diferente: los diarios pretenden explicarnos la situación escogiendo los hechos que más convienen a la interpretación que promueven, o seleccionando solo algunos de los hechos, aun presentándolos como principales y/o los únicos que realmente explican el momento. Mientras El Mundo abre portada diciendo que Sánchez escribió la carta después de saber que investigaban a su mujer —cosa que es verdad—, La Vanguardia lo presenta diciendo, en una pieza menor, que el juez imputó a la mujer de Sánchez el mismo día de la querella aunque la Guardia Civil descartó indicios de corrupción —cosa que también es verdad.
El tabloide ultra pone el foco en presentar a Sánchez como un trilero que quería desviar la atención de la causa de Begoña Gómez y atraerla sobre él mismo. Un hombre que no tiene escrúpulos en utilizar las instituciones del Estado, también al rey, y la política exterior, para esconder las flaquezas y carencias de su gobierno y mantener la silla. El diario monárquico barcelonés, en cambio, transmite la percepción de que la causa es una manía del juez que, sin tiempo por investigar, imputa a Gómez y aún “insiste” —el diario utiliza este verbo— a pesar de los informes policiales en contra. Hace pensar, sin decirlo, que la motivación del magistrado Juan Carlos Peinado es política.
En fin. Da la impresión que el “tema Pedro Sánchez” se le ha ido de las manos a todo el mundo y ya no es posible hacer información imparcial sobre él y proveer a los ciudadanos con los hechos conocidos, limpios. Solo es posible tomar posición: al lado o en contra. Quizás no hay para tanto y es más incompetencia que mala voluntad de los diarios. El caso es que, en medio, van pasando elecciones como las del Parlament de Catalunya del 12-M o las del Parlamento Europeo del 9-J, y las decisiones de los votantes se ven interferidas por toda esta confusión política y el consiguiente guirigay de interpretaciones, juicios de intenciones, informaciones a medias y portadas parciales.