Es una foto un poco ortopédica, con Salvador Illa alargando todo el el brazo y haciendo el esfuerzo de bascular el cuerpo para encajar la mano tendida de Pere Aragonès, un saludo forzado, nada victorioso. Políticamente hablando, sin embargo, es un pedazo de foto. Un trofeo de caza mayor mediática para Esquerra Republicana y el Partit dels Socialistes, que aparecen en las cuatro portadas de Barcelona y en la de El País como los partidos de gobierno de verdad de Catalunya, los que saben pactar, al menos este miércoles. Aprobar los presupuestos es la obligación principal de cualquier gobierno y, si no dispone de una mayoría clara, tiene que fabricarla. La imagen de los dos hacedores del acuerdo sobre las cuentas públicas es también el premio del tira y aflojda de tres meses al límite de la ruptura.

La guinda del pastel es aparecer abriendo la portada de la edición nacional de El País. No sale gratis, sin embargo, que el diario español de referencia te cuelgue la medalla de oro del día. Lo aprovecha para vender el relato con que el gobierno español presenta el pacto fuera de Catalunya —incluida la Unión Europea. La Moncloa ve el acuerdo presupuestario de ERC y PSC como el fin del conflicto en Catalunya. El ministro de Presidencia, Félix Bolaños —principal operador político de Pedro Sánchez— se ha vanagloriado de que la Catalunya de la cual "las empresas huían aterrorizadas" ya es "el pasado". Varias elecciones españolas se acercan y hay que conjurar los malos espíritus del anti-España que invoca su rival.

El País, en portada y en el editorial, sale a remachar el clavo. Se han roto los bloques independentismo-unionismo que configuran la política catalana desde 2012, trompetea el diario. Esa portada con esta narrativa orientará a innumerables tertulianos, comentaristas y opinadores de prensa, radio y televisión que miran con afecto al actual gobierno español —allí y aquí. Es la maldita "guerra del relato" con que nos machacarán los huesos hasta que acabe la semana, como poco. El mismo martes por la noche, el presidente de ERC, Oriol Junqueras, lo desmentía en el Més 3/24 de Xavier Graset, donde dijo que aun existe el 52% [la mayoría independentista], que con el PSC no han cerrado un pacto de legislatura sino un acuerdo de presupuestos. Etcétera.

La Vanguardia y El Periódico titulan por las consecuencias principales del acuerdo: el presidente Aragonès no tendrá que adelantar las elecciones y salva este año y la legislatura. Los títulos principales de ambos diarios desprenden un aroma entre la resignación y el alivio. Dicen que los presupuestos son el verdadero programa electoral. Si es así, se puede afirmar también que gobernar es la mejor campaña electoral.

El contraste entre los diarios catalanes, llamémosles dinásticos, y los más inclinados al soberanismo es grande. Ara y El Punt Avui se limitan a consignar de manera rutinaria que las cuentas públicas se han pactado y firmado, como quien escoge el plato de siempre en el menú del bar de la esquina o el recepcionista de hotel que, con cara de manzana vieja, registra rutinariamente a un huésped que llega tarde. Después de tres meses diciendo que mañana sí —como el cartel colgado en tantos bares: hoy no se fía, mañana sí—, el día que de verdad ha aparecido el lobo los ha agarrado cansados, la guardia baja y agotada la creatividad titulesca.

El Trío de la Bencina, en cambio, hace días que martillea en otra dirección: Pedro Sánchez ayuda a aprobar los presupuestos a Esquerra para blanquear sus pactos con el independentismo pérfido y disgregador y hacerse pagar la promesa de convocar un referéndum. Nunca dicen de qué porque todo es un invento y porque el mismo referéndum que allí por 2017 solo era una herramienta de dictaduras y tiranos ahora resulta que solo puede ser de independencia. Este relato hace cremallera con el que venden el Partido Popular y Vox, claro.

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