Dos días seguidos siendo la foto principal de los diarios de Barcelona y de Madrid no es un mal trofeo, especialmente si te llamas Carles Puigdemont. Solo El País lo sortea, al precio y esfuerzo de poner un póster de María Teresa Campos sobre el título "renovadora de la televisión". La alternativa era la nueva seleccionadora española de fútbol, Montse Tomé. Qué vivan siempre los renovadores, pues, pero da la impresión que esta está para evitar la presencia del exiliado en primera página un segundo día. Los del Trío de la Bencina se aplican para presentar al president como una cattiva figura y asesinar al personaje. El Mundo habla del "chantaje de Puigdemont". La Razón lo pinta como un caradura que dice una cosa pero busca otra. ABC quiere hacerle quedar como un traficante que pretende ("exige") que le otorguen la amnistía antes de votar la investidura de Pedro Sánchez. Coincide el título del tabloide monárquico con el de El Periódico, que acompaña la foto de Puigdemont con otra de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, que ha ganado la partida a la imagen de alguien del gobierno español —está en funciones, pero aún es el gobierno— o del PSOE, que son el partido al que se dirige Puigdemont. Si esta elección indica alguna preferencia del diario o es un lapsus es feo decirlo, pero es una elección curiosa cuando menos.
También El País titula diciendo que Puigdemont "exige" la amnistía antes de la investidura. Da la impresión que se presenta esta condición previa como un tejemaneje fenicio y menos santo que busca obtener una ventaja personal. Refuerzan este cuadro los editoriales y comentarios en páginas interiores de esos diarios que no se privan de recordar que los siete diputados de Junts no representan más que al 1,6% de los votos emitidos en España, etcétera. Es como decir que Junts o Puigdemont no tienen ningún derecho a pedir nada porque son pocos, que tendrían que ceder su apoyo por unas contraprestaciones más asequibles, más simpáticas, más convenientes, más baratas —donde se va a parar. En este sentido, la mayoría de diarios, al menos en portada, parecen negar que la propuesta de Junts sea una propuesta digna de ese nombre y menos aún un punto de partida para negociar un acuerdo. Es un chantaje. Un engaño. Una ventaja.
El Punt Avui utiliza el concepto "hoja de ruta", que ya huele a cerrado y suena a procesismo vintage, pero da idea de que las cosas son muy articuladas y van para largo. El Ara es sobrio: "Amnistía y mediación". La Vanguardia no lo es y presenta la situación de color esperanza: el título viene a decir que las condiciones de Junts pueden negociarse y que el acuerdo de investidura se acerca. Suena un poco a vender la piel del oso antes de haberlo cazado, etcétera. Suena a que se les escapan las ganas que así sea. Insiste el director en su billete. Lo remacha el editorial, que aconseja a Puigdemont, en tono paternalista y condescendiente, que baje de la montaña y haga propuestas "sustantivas": remediar el déficit inversor, ejecutar de verdad los presupuestos del Estado en Catalunya, poner Rodalies a punto... Según el diario, las condiciones de Puigdemont son más bien "retóricas": de la amnistía y del mecanismo de mediación hace tiempo que se habla y el reconocimiento del independentismo es un hecho desde que ERC "se sentó a negociar con el Estado" hace tres años. A estas alturas, es razonable preguntarse si en el diario escucharon entera la intervención de Puigdemont o solo la parte que les hace salivar. O quizás es que quieren vender más allá de Catalunya que tengan la bondad de pactar, que no es para tanto.