Poco impacto tiene en las portadas de este miércoles del retorno de Anna Gabriel para presentarse ante el magistrado del Tribunal Supremo español Pablo Llarena. El Punt Avui abre con esta noticia y el resto de diarios la publican pequeña, en algún rincón de la primera página. El Mundo y ABC ni lo llevan. El País, La Razón, La Vanguardia y El Periódico no olvidan añadir el adjetivo "huida", un gesto equiparable al de los diputados de los comuns enseñando su voto NO a las leyes del referéndum y de desconexión en el pleno del Parlament del 6 y 7 de septiembre de 2017. "¡Somos de los vuestros!", dicen en código estos diarios a los encargados de que las annasgabriels decidieran marcharse. Es la foto obligada de Felipe VI en la portada cada vez que lo traen a Barcelona de paseo blindado, ciego y banal y hablan solemnemente de "la agenda catalana" del Rey de España. Añadir "huida" es una medida de protección, no vaya a ser que te apliquen un tamaracarrasco. Sin embargo, nadie explica por qué vuelve ahora Anna Gabriel. Sería demasiado periodismo para los diarios en un asunto tan explosivo —ni siquiera destacan que ocurre tras la reunión de presidentes y el dictamen del abogado general de la UE. Sería demasiada transparencia en una justicia española que, con respecto al procés, prefiere ser invisible para que no se note el cuidado.
El contraste es grande entre los diarios que se editan en Barcelona —alguno sólo nominalmente, de acuerdo— y los de Madrid. Mientras que estos abren con la dimisión y relevo de la Fiscal General del Estado, Dolores Delgado, los otros dedican espacios menores a este asunto. ¿Será que los diarios de Barcelona piensan, como el PP, que el nuevo ninguno de los defensores de la ley y acusadores públicos es más de lo mismo y no vale la pena dedicarle más espacio? En el Quioscos & Pantallas se ha hablado poco —ahora sabe mal—, pero la cacería de la derecha mediática a Delgado ha sido de las que hacen época. Tiene que ser muy duro llegar al despacho cada día con tres o cuatro títulos insidiosos clavados en la espalda como un monigote de inocentada. Dolores Delgado, exministra de Justicia, tiene sus agujeros negros —como la proximidad con el exjuez y exministro Baltasar Garzón, ahora abogado defensor de los jefes de la "policía patriòtica"— pero la tortura diaria vía prensa, radio y televisión la ha dejado baldada físicamente, cómo explica El País, y también interiormente.
Las portadas del Trío de la Bencina de este miércoles arrancan con el mismo espíritu contra el nuevo Fiscal General, Álvaro García Ortiz. El Mundo lo llama "brazo armado" de Delgado, como quien describe un caporegime de la Cosa Nostra. ABC dice que es "afín al PSOE" porque, claro, los otros fiscales desde siempre no eran próximos ni militantes del PSOE o el PP. No, qué va. La Razón lo describe como "mano derecha" de Delgado. En fin. Son todo variantes de lo que ha dicho el PP, que García Ortiz es "más de lo mismo". El País, en cambio, habla de "mano derecha", sí, pero destaca que fue el fiscal del caso Prestige, que hizo tan famosa la galbana y la poca maña del ministro Mariano Rajoy, y el hombre que desmontó la teoría del actual líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, de que trás los incendios en Galicia había una trama delictiva y no la incompetencia y/o la incuria del gobierno autonómico que presidía. Ahora se entienden un poco más las portadas de la derechona impresa.