Una nota simpática del día es el interés de los diarios por los referéndums de anexión a Rusia que Vladímir Vladímirovich Putin promueve a las zonas ocupadas de Ucrania y que se presentan como la última perversión del Kremlin. Estos referéndums no ofrecen ninguna garantía —son un arma más de guerra— y da la impresión que los diarios, de paso que nos explican la maldad de los rusos invasores, tienen interés por desacreditar la misma idea del referéndum, igual que se hizo circular por aquí antes del 2017 que los referéndums eran una cosa que hacía Francisco Franco (un general que ejerció de dictador en España entre 1936 y 1975), que son un instrumento demasiado primitivo para resolver el conflicto entre Catalunya y España (¿has visto cómo les ha ido con el Brexit?), que no se tenían bastantes garantías de su legitimidad, que si debía votar también España entera, etcétera. ¿Referèndum, dice? ¡Eso es una cosa que hacen los dictadores y los gángsteres políticos!

Otro gran tema es que aquí no se puede hacer nada. No hay manera. Va la Generalitat y sube todo lo que puede los tramos de impuestos en que tiene competencias y casi todo el mundo le echa la caballería encima porque asfixia a los ciudadanos, porque no administra con más eficiencia y porque así se pagan los chiringuitos para enchufar amigos y conocidos. Va la Junta de Andalucía y rebaja los impuestos en que tiene competencias y casi todo el mundo le echa la caballería encima porque perjudicará a los servicios públicos, porque no administra con eficiencia y porque hace dumping fiscal para atraer contribuyentes "de otras comunidades" —un eufemismo de Catalunya. ¿Tienen o no tienen competencias los gobiernos autonómicos para hacer una cosa u otra? Si la tienen, resulta complicado entender por qué los diarios se quejan cuando tales gobiernos las ejercitan en vez de hablar de la oportunidad, la eficacia y la justicia de la medida, qué efectos tendrá, a quien afecta más y menos, etcétera. Las portadas parecen pancartas: unos inclinados a la rebaja fiscal; los otros, en contra, y nadie razona las ideas que hay detrás ni sus repercusiones.

Después tenemos el caso peculiar del ministro José Luis Escrivà, que propone recentralizar impuestos, una idea que supone, en la práctica, abolir las autonomías que consagra la Constitución "que nos dimos entre todos". Escrivà ha recibido de lo lindo en las portadas de los diarios que más promueven el vaciado de las autonomías, pero tampoco descartes que haya sido el encargado de lanzar ese globo-sonda en medio de la opinión pública a ver si se animaba alguien. La verdad, si había algún grupo parlamentario que podía dar apoyo a una propuesta de este tipo es Vox, porque encaja en su plan|plano de abrogar la estructura autonómica del Estado español.

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