Pasa muy desapercibida en las portadas la renovación del Tribunal Constitucional, aunque se espera pelea para presidirlo, y que el presidente saliente, Pedro González-Trevijano, patrocinado por el PP, terminó, muy torero y haciendo alarde, con una defensa de la decisión de detener el debate y votación en el Senado de la ley que facilitaba la renovación del mismo TC. Trevijano tuvo el nervio de remarcar que no hay zonas exentas al control del tribunal, que tiene la tarea de asegurar que se respeta "un límite infranqueable", ante el cual no valen "paralelas soberanías parlamentarias" ni "soberanías populares que dicen emanar, sin ninguna intermediación, del supuesto mandato directo de un colectivo". Dice El País que recibió "algunos aplausos tibios". Este discurso es sacar a los gigantes antes de Corpus, una cosa extemporánea, y se hace raro que el aroma de dictadura constitucional y judicial que desprende no tenga más y mejor presencia en las portadas, sobre todo después de que esta peculiar doctrina de las "soberanías paralelas" haya provocado una crisis institucional tanto o más gruesa que el procés. ABC es la información que más lo destaca, con un póster de los nuevos magistrados y unos títulos que hacen ruido de aviso, de reprensión, de bronca.

Las portadas de los diarios que miran con cariño el estado actual de cosas en la España política han preferido este martes volver a abrir con la situación en el Brasil porque, como ya se sabe, la solidaridad con las penas y trabajos de una democracia a 8.000 kilómetros de la propia es más valiosa que seguir removiendo la mierda de la propia montaña, que sí apesta —no como la de las canciones de Quimi Portet o de La Trinca-. Aquí La Vanguardia ha tocado una fibra sensible, lástima que sea en una columnita, con un título que describe muy bien el estado actual de cosas en la España política: "La política española se enreda en símiles con el asalto de los bolsonaristas". España es, seguramente, el único país de Occidente donde los partidos políticos (los dinásticos) han utilizado la rebelión bolsonarista para tirársela por la cabeza y procurar rédito electoral. Son cosas de la Democracia Plena™.

Dos notas más —quizás exageradas y pedantes— de las portadas de este martes. Una aparece en el título principal de El Mundo, que habla de los jóvenes "que caen en el paro". Que caen, dice, como alguien que va por el suelo por la calle porque una losa floja le ha hecho perder pie o como alguien que "cae en las drogas". Caer en el paro, como si fuera culpa de los parados, a los que se revictimiza como perdedores y causantes de su pròpìa desgracia. Tan fácil como era decir "Cuatro de cada 10 parados jóvenes de la UE son españoles". El otro comentario es todavía más malpensado y tiene que ver con el título principal de La Razón. Se explica que "Feijóo para la denuncia en la UE contra Sánchez" y, con la que está cayendo, ya no se sabe si es una información fría y sin sesgo o es como un aviso mafioso para que vuelvan a actuar las mismas fuerzas de la derecha dura del interior del PP para que Feijóo sea menos formal y buenazo y siga asediando en el Gobierno por tierra, mar y Bruselas, como ya pasó con el acuerdo que el presidente del PP tenía cosido con el PSOE para desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial y del TC. A Pedro Sánchez, ni agua.

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