Llama otra vez la atención que ninguno de los dos diarios grandes de Barcelona mencione en portada la persecución penal que la jueza Carmen García Martínez ha abierto por malversación contra el conseller Raül Romeva, el exsecretario del Diplocat Albert Royo, el secretario del Govern, Víctor Cullell, y siete altos cargos más. Tampoco dicen nada de los 4,5 millones de euros que el Tribunal de Cuentas reclama a Royo como fianza, ni de los 35 millones —la cifra exacta se desconoce— que pretende arrancar a 35 antiguos cargos del Govern (entre ellos Puigdemont, Junqueras y Mas) por razones parecidas. Esta ausencia muestra la sensibilidad informativa de estos diarios, sus miedos —o quizás sus inclinaciones, pues si callan tanto será que ya les parece bien—. Se conoce también cuál es el valor y la fuerza de los editoriales donde protestan que el conflicto no acabará hasta que no se detenga la represión. Poca o ninguna.
El editorial de esta casa decía el miércoles que los adversarios de Pedro Sánchez, de su gobierno y del PSOE, han olido la sangre que mana por los mil cortes hechos por el revolcón electoral en Madrid, a los que se suman otras contusiones y chichones de pronóstico reservado: la inacción y las mentiras respecto a la crisis catalana (o española); el silencio sobre la saga/fuga del emérito y su sumisión a la casa real; la tarjeta amarilla de la Unión Europea por el proyecto de reforma de la elección del Poder Judicial; las penas y dolores del Gobierno para presentar en Bruselas el plan de reformas a fondo que condiciona la llegada de los fondos de reconstrucción; el resbalón en Murcia que hizo caer la ficha de Madrid. Etcétera. Hoy se añade la tensión interna entre los socialistas andaluces, a los que todavía gobierna Susana Díaz, la adversaria interior de Sánchez. Un drama en varios escenarios que es miel para el Trío de la Bencina y también, no nos engañemos, para cualquier diario digno de ese nombre.
Resistencia del Tribunal Supremo
También los tribunales Constitucional y Supremo se han apuntado a hacer vudú a los socialistas, aunque hoy sólo El País destaca la resistencia del Supremo a aceptar la ley que le encarga resolver los recursos sobre las restricciones de las comunidades autónomas cuando venza el estado de alarma. El alto tribunal ha encargado un informe sobre la ley donde actúa como criatura que no quiere tomarse la sopa. El diario progre lo mata con un titular como un estilete, donde destaca las quejas de los magistrados porque la ley les hace "copartícipes" de "decisiones políticas".
Vaya. Ay, uy, decisiones políticas, quite, quite usted. Se conoce que los señores sólo se quejan cuando las "decisiones políticas" que tienen que tomar no les apetecen, les representan un trabajo pesado o calculan que su resultado les perjudicará. En otro momento, el informe del Supremo lloriquea, dolido, por el incremento de trabajo que les supondrá la nueva tarea, tan cargados como van, pobrecitos. El resto de portadas pasan por este asunto silbando y mirando al techo. Es una lástima, porque es prueba viva de las maniobras de resistencia del Supremo cuando es su estatus (político) el que está en juego.
Las portadas de este viernes no aclaran aún quién será el chivo expiatorio mediático que relevará a Pablo Iglesias. El Mundo deja ir una nueva pista: dice que Iglesias promueve a la ministra Ione Belarra en Unidas Podemos para que controle a la ministra Yolanda Díaz. Este relato tiene el inconveniente de que fue el mismo Iglesias quien, inequívoca y públicamente, ungió a Díaz como sucesora. Vaya, que suena un poquito a invento de los guionistas de una House of Cards de cuarta.