Qué pena. La Vanguardia y El País se han añadido al trío de la bencina al considerar la protesta campesina como un asunto de orden público, al menos en portada. La mentalidad de tratar casi cualquier conflicto como un problema de seguridad ciudadana hace, por ejemplo, que veamos a los inmigrantes que mueren en el Mediterráneo o en el Atlántico como unos sinpapeles que quieren aprovecharse de la seguridad social que pagan nuestros impuestos, etcétera, y que la solución es poner más policía embarcada y pagar a países como Turquía, Marruecos o Libia —todos un amor— para que los paren antes de zarpar. Otra consecuencia de kilómetro cero de esta actitud es pensar que la policía local tiene que ocuparse de los mendigos, personas que a menudo sufren enfermedades mentales o dramas familiares que caen fuera del alcance de las competencias profesionales de los agentes. Es igual de estúpido que hablar de las protestas de los agricultores y ganaderos en términos de detenidos, carreteras cortadas y pérdidas económicas, y tratar a los agricultores como alborotadores o rufianes. Así es como aparece, este viernes, en El País y en La Vanguardia. Lástima.

Con El Punt Avui, es el único diario que no dice nada en portada de la resolución no vinculante por la que el Parlamento Europeo pide investigar "la supuesta injerencia" de Rusia en el proceso independentista, entre otras posibles interferencias del Kremlin en Europa (Hungría, Alemania, Eslovaquia, Francia...). A la espera de lo que pase este fin de semana —La Vanguardia es un diario que tiende a no mojarse el primero, pero que acaba saltando al agua— la portada de hoy se hace extraña, sobre todo porque es un medio experimentadísimo en navegar entre escollos. Da la impresión de que no se lo cree mucho. Entre el resto de diarios, es muy interesante como cada uno enseña la patita según la posición y superficie que otorga al caso en portada y los titulares que elige para explicarlo. Lo peor de todo es que la resolución se basa en investigaciones judiciales archivadas en la mayoría de los casos y en reportajes periodísticos como alguno de El País y de The New York Times que han sido cuestionados y desmentidos.

El título con la temperatura más baja es el de Ara, que abre con la resolución de la Eurocámara, pero la describe con el verbo "instar", que es como pedir por favor, y la caracteriza como parte de "la ofensiva de la derecha contra la amnistía", cosa que quita peso a la decisión. El País también abre con el tema... pero poco, porque dos columnas no son el Gran Bertha de los títulos, para entendernos. El texto en sí tiene un buen juego de pies, como en el baloncesto: recuerda que "la trama rusa" se investigó hace años "sin resultados", como queriendo decir que es más bien una leyenda urbana y que sus señorías quizás hacen el ridículo pidiendo que se investigue un caso ya investigado y archivado (sí, está el juez Joaquín Aguirre, pero tiene pinta de que no llegará muy lejos). Quizás es el título más brillante del día en el arte de decir sin decir. También tirando a fría la portada de La Razón —sorpresa— que lo lleva en el penúltimo rincón de la página y sin mencionar a Puigdemont. También parece que no acaban de creérselo.

El Periódico eleva un poco la temperatura. Bajo un título más asertivo que el de Ara ("Europa pide investigar...") habla de "los lazos del Kremlin y Puigdemont". "Lazos" es una cosa casi conyugal. Los que hacen fiesta grande son dos diarios del trío de la bencina. El Mundo titula con una expresión de carácter narco y habla de "la conexión rusa de Puigdemont", tomándola por real. Además, aprovecha para recordar que "los independentistas exigen una amnistía" por este caso, que es la pieza de caza que quieren abatir. ABC es el más insidioso. Dice que el Parlamento Europeo "señala a Puigdemont y sus relaciones con el Kremlin", atribuyendo a la Eurocámara una acusación que no hace y que el mismo diario presenta como un hecho. El afán de venganza les hace perder de vista la realidad.

La Vanguardia
El Punt Avui
Ara
El País
La Razón
El Periódico
El Mundo
ABC