La portada de La Vanguardia abre, parece que contenta, con el buen momento de las bolsas a raíz, sobre todo, de los buenos resultados de los índices de Wall Street. La de El Periódico (también la de Ara) avisa que Catalunya y España pierden productividad con respecto a la Unión Europea, según un informe del Cercle d'Economia —del que La Vanguardia se hizo eco este jueves. En la economía todo está conectado de una manera u otra y ambos fenómenos no son ajenos entre sí, pero tiene gracia que un diario destaque el buen momento para los inversores “pese a la inestabilidad geopolítica”, y el otro remarque la baja forma de la economía en general a causa de la pérdida de eficiencia de los trabajadores y de las empresas.
La diferencia entre ambas portadas confirmaría los tópicos sobre el carácter de esos dos diarios: La Vanguardia, diario burgués; El Periódico, diario popular. Los tópicos son exactamente eso: expresiones triviales y sintéticas que generalizan y se adaptan a diferentes contextos y significados. La realidad, sin embargo, no es tan sencilla. La fotografía principal de portada de La Vanguardia es Xavi, símbolo de las tribulaciones del Barça. Es un tema más popular y más de calle que el de la foto de El Periódico: el festival de cine de Cannes, un espacio de cultura glamurosa y sofisticada.
La política es el tema principal de las primeras páginas del resto. El Mundo y Ara abren con la situación de Esquerra Republicana, que no solo acaba de abrir un debate interno —una crisis, según cómo se mire— sobre los liderazgos y el programa, sino que tiene que sufrir la presión de las fuerzas que quieren comprometer a sus 20 diputados. El Partir dels Socialistes les espera para investir a Salvador Illa presidente de la Generalitat. Carles Puigdemont pide los votos republicanos —y la abstención del PSC— en apoyo de su candidatura.
Por enmedio aparece la portada de El País, que destaca la firmeza de Pedro Sánchez al negar al presidente exiliado ninguna oportunidad de ser presidente efectivo. Es billar de carambolas con el telón de fondo de las elecciones europeas. Sánchez no puede hacer ningún movimiento en dirección a Puigdemont porque corre el riesgo grande de que sus votantes le giren la cara en las siguientes elecciones —las europeas de este junio y cualquier otra. Puigdemont blande sin blandirla la amenaza de retirar el apoyo de los siete diputados en el Congreso y matar la legislatura en un contexto electoral hasta ahora poco favorable al PSOE. Unos y otros necesitan a Esquerra, y en Esquerra, ahora mismo, no hay nadie en casa: se hace cargo Marta Rovira desde Suiza y las consultas a la militancia lo decidirán todo. Es un rompecabezas político del cual los diarios nos ofrecen una pieza nueva cada día. Encima, el director de esta santa casa tiene una sospecha fundamentada que todavía complica más el panorama: ¿Prepara Sánchez la convocatoria de elecciones generales anticipadas?