Hace dos días, el diario Ara publicó en primicia que la regulación laboral del Parlament de Catalunya permitía a sus empleados de más de 60 años cobrar el sueldo sin trabajar hasta la jubilación. Pas mal. Este martes, la Mesa del Parlament ha eliminado la regalía, de la que se aprovechaban 21 trabajadores (sic) de la cámara y que suponía un gasto anual de 1,7 millones de euros. Gracias a Ara hay un privilegio menos y se ha descubierto un escándalo indigno e indignante permitido por cinco presidentes del Parlament entre 2009 y 2022. Encima, La Vanguardia cuenta este miércoles que los trabajadores de la Sindicatura de Comptes también se benefician del mismo trapicheo desde 2015. En este caso solo (sic) los últimos dos años de vida laboral, porque el comité de dirección del organismo se opuso.
Es impresionante que las autoridades de la cámara legislativa aprobaran la bicoca de cobrar sin trabajar, pero resulta aun más perturbador que un puñado de trabajadores del Parlament lo propusiera —menuda cara— y lo mantuviera fuera del escrutinio público todos estos años. También es inquietante que, cuando se enteraron, los empleados de la Sindicatura de Comptes hicieran suyo el privilegio y que, ante la lógica oposición de los directivos, recurrieran al Tribunal Superior de Catalunya, que dictaminó su legalidad porque la Sindicatura depende del Parlament y se le aplica la misma normativa, aunque recomendó suprimirla. Más todavía, los empleados del Parlament que se han beneficiado de este dinero por no hacer nada —el salario más bajo, el de ujier, es de 3.800 euros al mes— defienden que se trata de un derecho adquirido y no tienen que devolver nada.
Iu Forn decía por aquí con acierto que nos define como sociedad el palo de plástico que un gamberro lanzó al terreno de juego del Betis-Sevilla e impactó en la cabeza de un jugador. Quizás este asunto del Parlament es peor. Es una medida infame, promovida por los trabajadores de la conocida como "casa de todos", "sede de la soberanía popular", etcétera, avalada por cinco presidentes, cinco mesas del Parlament, y que ha escapado a la fiscalización de los poderes públicos durante 12 años. Nadie levantó la mano. Nadie vio nada raro. A Ara le negaron los datos durante nueve meses en un proceso que ha provocado la renovación entera del órgano de garantía de transparencia del Parlamento. Y hay partidos que se han quejado de que no sabían nada y han aturdido a la ciudadanía con la matraca de que la culpa es de otros, de la mesa, de la presidenta. Qué jeta.
¿Y los periódicos? Pues fuera de Ara —y El Punt Avui de hoy— el resto lo publica arrastrando los pies, seguramente, ya nos conocemos, porque la primicia era de un competidor y la envidia se nos come. El Periódico no lo lleva en portada ni ayer ni hoy. La Vanguardia lo publica hoy por debajo porque tiene su propia historieta de la Sindicatura de Comptes. Tiene gracia el título de esa portada, donde dice que la Sindicatura "también", como si fuera la continuidad de alguna cosa publicada. ¿También qué? También mal Quioscos & Pantallas, que no ha dicho nada hasta hoy. Los diarios de Madrid ni hoy, quizás porque publican tanta bazofia sobre Catalunya que han perdido la sensibilidad para darse cuenta de un escándalo de verdad aunque lo tengan ante sus narices. ¿Parece que nada funciona, verdad? En fin. No nos pasa nada peor porque Dios no quiere.