Se veía venir. La mayoría de las portadas de este sábado hablan de las serias dudas que levanta la candidatura de Joe Biden a una segunda presidencia de los Estados Unidos a causa de su estado físico, que es el de un señor de casi 82 años —los cumple el 20 de noviembre de este año. Todo el mundo ha visto en la televisión y en redes sociales los momentos en que Biden se quedaba en Babia. Las fotos de las portadas quieren hacerlo ver, especialmente los primeros planos de El País y de El Mundo. No es un tema nuevo. Ha tomado mucho vuelo a raíz del informe del fiscal especial Robert K. Hur de este jueves, que describe a Biden como un "hombre anciano, bien intencionado y con poca memoria", ocho palabras que pondrán a prueba la confianza de los estadounidenses en su presidente.
Todo va mal. En otoño de 2023, en una encuesta de The New York Times, más del 70% de los votantes de los estados donde se decidirá el resultado decían que Biden "es demasiado viejo para ser un presidente eficaz". El mismo Times ha documentado, que, en los últimos cien años, solo Richard Nixon y Ronald Reagan han celebrado menos conferencias de prensa. Además, hasta finales de enero del 2024, Biden había concedido menos entrevistas que los últimos seis presidentes: solo 86. Trump concedió 300 y Barack Obama, 422.
El comité editorial del Times —el grupo de vips que escribe los editoriales del diario— ya ha dicho que "las garantías dadas [por Biden], no sirven" y lo ha desafiado "a hacerlo mejor", en un texto un poco enrevesado que pone de relieve la inquietud de ese sector de la intelligentsia progre de los EE.UU. Dudan de la capacidad del presidente de llevar a cabo una campaña ganadora "y derrotar de alguna manera a un oponente tan claramente inadecuado como Donald Trump, que tiene posibilidades reales de recuperar la Casa Blanca".
En otro punto del espectro ideológico, The Economist, la revista liberal británica, ya pidió hace un año que Biden no buscara la reelección. Al principio de este mes de enero, insistió. "El hombre que se supone que tiene que parar a Donald Trump es un impopular anciano de 81 años", dice el título de otro editorial, que acusa a los demócratas de "cobardía y complacencia", a Biden de "haber contaminado de vanidad su sentido del deber", y a su administración de haber "manchado de ambición su afán de servicio". La portada de la versión impresa de aquella semana ilustra este Quioscos & Pantallas: compara a Biden con un coche de época.
Cabe decir que ambas cabeceras —quizás los dos medios más influyentes del mundo— han reconocido la valentía del presidente, su valía y maña como factor de moderación y prudencia y el éxito de la gobernanza económica de su administración. Pero el informe del fiscal especial Hur es un pésimo augurio. Hillary Clinton siempre se queja de que perdió las elecciones de 2016 al difundirse desde el FBI que investigaban el uso que había hecho de un servidor privado de correo cuando era secretaria de Estado de Obama, y que puso en peligro información clasificada.
Los diarios trataron esta mala praxis igual que los escándalos de Trump —más graves y serios— por miedo a las acusaciones de partidismo y por una inercia típica del periodismo americano, que tiende a considerar que una información es objetiva si contiene partes iguales de las diversas versiones sobre un mismo hecho. A ese periodismo le llaman the view from nowhere, mirárselo desde ningún sitio. En fin. El caso es que dos años después de las elecciones, el departamento de Justicia desautorizó al FBI en el caso Clinton, pero el mal ya estaba hecho y Trump era presidente. El informe sobre Biden puede tener un efecto parecido, más destructivo que los 91 casos que Trump tiene pendientes en los tribunales.