Un día más, las portadas no dan importancia a las noticias que retratan la represión judicial del independentismo. Ayer, el TJUE emitió una sentencia que favorece a los exiliados catalanes, al recordar el derecho de los ciudadanos europeos a no ser perseguidos por hechos sobre los cuales ya recae sentencia firme en cualquier estado de la UE. Pues bien, tanto el presidente Carles Puigdemont como el conseller Lluís Puig tienen sentencias absolutorias firmes emitidas en Alemania y Bélgica sobre algunos de los delitos por los que el Estado español pide su extradición. Los diarios, incluso los de Barcelona, parece que quieren hacer un mero punto y seguido de los represaliados independentistas. La protección de los derechos y libertades de Puigdemont, Puig y otros represaliados no cambiará por el hecho de quitar importancia o ignorar sentencias como la de ayer.

Horripila ver las portadas de este jueves. No una en concreto, sino el conjunto. Se mezclan las buenísimas noticias sobre el declive de la pandemia gracias a la vacunación y las imágenes escalofriantes de las desgracias de la guerra entre Israel y los militantes palestinos de Hamás. Parece que la Covid-19 había dejado en suspenso los conflictos del mundo y ahora, una vez el mundo empieza a controlar contagios y muertes, se reavivan las discordias y conflictos de siempre. Quizás es un recordatorio de que el paso de la pandemia y el avance de la inmunidad no han cambiado apenas nada, que quizás no hemos aprendido gran cosa, contrariamente a lo que la propaganda gubernamental ha vendido estos meses de muertes y restricciones.

Encima, un informe de la Organización Mundial de la Salud dice que podíamos habernos ahorrado la catástrofe sanitaria si los gobiernos y los sistemas de salud hubieran estado más alerta y mejor organizados. Tiene gracia que lo diga la OMS, porque justamente les pagamos para eso y aun es hora de que averigüe y explique cómo se originó el coronavirus responsable de la Covid-19 y cómo se difundió y contagió en la gran pandemia global.

El País y La Vanguardia son los diarios con que hoy da gusto desayunar. Ambos abren con hechos positivos y tranquilizadores sobre la pandemia. Con una diferencia. El diario de Madrid habla de la gente y el de Barcelona, de los negocios. Al margen de que salga reforzado algún mal tópico sobre los catalanes, esos detalles revelan en qué piensan los que hacen portadas cuando las hacen. ABC, en cambio, fiel a su actitud de diario irritante y cabreado, prefiere poner a toda página el informe de la ONU, con la intención —no es difícil adivinarlo— de hacer presente que la culpa es del gobierno español. La Razón logra hoy que no se entienda nada de su título principal. Ya pasa si vas por la vida mirándolo todo torcido y con suspicacia.

También tiene peso el título de El Periódico. Parece imposible. La CUP haciendo de maestro de escuela que separa a dos criaturas que se pelean y les hace pedirse perdón. El título de Ara, que deja el elemento CUP en un subtítulo, tiene un aire de reportaje de Hola! de uno de esos conflictos conyugales de famosos que parece mejorar. Qué culebrón,  las negociaciones entre Junts y Esquerra. Cuántos giros de guión. Llama la atención que La Vanguardia no diga ni mu, sobre todo porque el lunes pasado el diario abría la primera con la ruptura entre los dos partidos indepes y la posibilidad de nuevas elecciones. Si los diarios sólo fueran portada...

LV

EP

ABC

AHORA

EPA

EPC

LR

ME