La actitud de los diarios de Madrid hoy es la del hooligan tribunero. Las portadas se producen con el griterío, el jaleo y el alboroto típicos de una grada de ultrasur: ¡Puigdemont ya es nuestro! Entre la humareda de los titulares extremados y sin medida, se pierden los detalles que quizá retratarían mejor la situación y lo que ayer ocurrió en Bruselas. El País y El Mundo vienen a decir lo mismo, más templado y menos entusiasta el diario de los progres boomers, siempre más provocador y macarra el diario ultra: la extradición de Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí está más cerca y correrán la misma suerte que los presos políticos, a los que ayer el juez, al anular el tercer grado, encarceló de nuevo.

Te tienes que reír. El texto de portada de El País tiene un arranque que engorila al patriota ilustrado ("una nueva vía para juzgar Puigdemont", ¡sapristi!) para hacerle chocar con la dura realidad sólo veinte palabras más allá: "pero la justicia belga puede denegar la entrega con los mismos argumentos que esgrimió en el caso del exconseller Lluís Puig". Lástima de ese pequeño detalle, que arruina el título y subtítulo principales del diario. Gatillazo. Como en un seguro, cuando lees la letra pequeña te das cuenta de que las promesas del vendedor son más falsas que una baza de doses y nueves.

El resto de las portadas madrileñas, que no son tan honestas —en su día ya no dijeron nada del caso de Lluís Puig—, se comentan solas. La que tiene más gracia es la de La Razón que califica de "pulso" el hecho que Junts, previsible socio júnior del futuro Govern, pida lo mismo que el socio júnior del anterior Govern, ERC. El diario del Grupo Planeta, siempre tan audaz. ABC, a su bola, carga contra Podemos, el socio del PSOE en el gobierno español porque, según parece, no puede tener posición propia, especialmente si no encaja en el patriotismo de faria y carajillo del tabloide monárquico.

Si quieres detalles te conviene leer las portadas de la prensa de Barcelona. Se pueden ordenar como un crescendo. La Vanguardia hace su primera con los hechos descarnados, seca y glacial. Quizá lo hace por pereza o porque tiene pocas ganas de complicarse la vida, pero impacta justamente por eso, por la frialdad cruda de los acontecimientos, incluida la fotografía de los presos políticos en la puerta de la prisión de Lledoners. Ara va un poco más allá y destaca que la votación del suplicatorio dejó fracturado al Parlamento Europeo y a casi todos sus grupos parlamentarios. La causa de los exiliados arrastró al 42% de los eurodiputados. Nunca se había visto una diferencia tan escasa en una decisión de ese estilo.

El Punt Avui ofrece una interpretación: ambas decisiones dejan averiada y muy en duda la voluntad de diálogo del gobierno español, que no ha hecho nada en este sentido (amnistía, indulto, reforma del delito de sedición, accionar la fiscalía o la abogacía del Estado...) y sí en el contrario (los eurodiputados socialistas votaron a favor del suplicatorio, la fiscalía y la abogacía del Estado favorecen la última jugada de Llarena...). La conclusión, en la portada de El Periódico: la política catalana está judicializada. Corolario: con este panorama, es complicado creer que el Estado quiere resolver el conflicto con Catalunya por otra vía que no sea la represión togada, policial y política. No lo verás así en la prensa de Madrid, que hace ver que el suplicatorio es un gol más de España en este partido a vida o muerte que juega —ellos también— contra el independentismo. Qué pena.

En medio de este barullo, ningún diario lleva en portada que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos emitió ayer dos sentencias contra el Estado español. Una por restricción excesiva del derecho a la libertad de expresión y otra por el exceso de violencia policial en la represión de las manis de Rodea el Congreso. Quizá lo hacen para que pienses que "sólo" se asaltan los derechos de los indepes.

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