Leer seguidos los títulos de La Vanguardia y Ara explica bien de qué va la decisión del Tribunal Constitucional de anular el voto a distancia del diputado de Junts Lluís Puig, exiliado en Bélgica, a instancias del PSC. La resolución afecta a dos diputados más, Carles Puigdemont y Ruben Wagensberg, porque, de hecho, tumba el sistema de voto telemático para los exiliados habilitado por la mesa del Parlament de la anterior legislatura. La Vanguardia lo toma por aquí: "Junts pierde los votos de Puigdemont y Puig por orden del TC". Ara titula por las consecuencias: "El TC pone más difícil una mesa independentista". La resolución no anula ninguna de las votaciones en que había intervenido Puig la pasada legislatura. Es curioso. Lo es también que insista en que el voto de un diputado (o de un senador) debe ser presencial siempre.

Es un razonamiento que, a estas alturas de siglo, suena raro. Como si anularan las domiciliaciones bancarias porque el TC se sacara de la chistera un malabarismo jurídico que obligara a pagar el agua, la luz o el gas presencialmente porque es una transacción económica que implica un suministro esencial para el ciudadano, etcétera. Casualmente (o no) la decisión se ha tomado cuando falta menos de una semana para que se constituya el Parlament y que constituya la nueva mesa y la presidencia de la cámara. El Punt Avui también publica la cosa en el escaso espacio que dedica a las noticias del día anterior. El Periódico no dice nada en portada: lleva días sin considerar relevante casi ningún asunto relacionado con las instituciones políticas catalanas, especialmente si involucra al independentismo.

Para sorpresa de nadie, las portadas de Madrid no dicen nada de esta nueva intervención del Tribunal Constitucional en las mayorías del Parlament de Catalunya —que, también casualmente, siempre perjudican a los partidos independentistas. La Razón aun concede a la cosa un recorte en portada. Tanto el Trío de la Bencina como El País abren con la confusión judicial organizada en torno a Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sánchez, presidente del gobierno español. Hay un cierto deje peronista en las fotografías de Pedro Sánchez y Begoña Gómez en un mitin del PSOE en Benalmádena que aparecen en todas las portadas.

El Mundo infla un trámite administrativo para aparentar que "la Fiscalía Europea" (en mayúsculas, que golpea más) tiene Gómez en el punto de mira, y por eso envía a la Guardia Civil a "salvaguardar los expedientes de Barrabés", escrito así para dar la impresión de que esos expedientes corren el riesgo de ser destruidos, robados o manipulados. En el tabloide ultra son muy noveleros. ABC se queja de que Gómez haya aparecido con su marido en un mitin porque los presentes la aclamaron. La Razón dice que el PP espera jugosas ganancias electorales de todo este lío. Justamente lo mismo que espera al PSOE, según El País. Resulta hasta cómico comparar las supuestas expectativas de los partidos, según uno u otro diario, que no defraudan a sus respectivas parroquias.

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