La mayoría de portadas de hoy abren con el enredo que supone el aplazamiento de la distribución de la vacuna Janssen, la monodosis, por seis casos de trombos en los Estados Unidos. El Mundo aprovecha la ocasión para mezclar al Gobierno en el título y echarle barro encima, aunque no sea de ninguna manera responsable del retraso. Al mismo tiempo, lleva el mejor titular del día, que es el que abre la portada: ayer fue la octava vez que Pedro Sánchez presenta los fondos de reconstrucción pero no sabe decir nada más: ni la cantidad, ni el plazo... Nada.
El título es duro pero no cuenta ninguna mentira. Ojalá más así. El presidente del Gobierno hace como esos ministros y alcaldes caraduras, que aprovechan las obras para inaugurarlas tres o cuatro veces. Ocho "inauguraciones" son muchas, más aún cuando todo el mundo sabe que la Unión Europea todavía tiene que aprobar el plan de reformas que condiciona la entrega del dinero de la reconstrucción, resiliencia y nosécuantas cosas más.
Pedro Sánchez lo tiene difícil, porque las reformas incluyen aplicar cosas muy impopulares, como ajustar las pensiones, flexibilizar más la legislación laboral y subir impuestos. Si no cumple esas condiciones a gusto de la Comisión Europea, compromete el dinero. Si las cumple, encabronará a muchos votantes, de manera que las elecciones en Madrid —donde igualmente lo lleva crudo— serán una carnicería para su candidato, Ángel Gabilondo. También salen perjudicados sus planes de adelantar las elecciones generales al otoño o al invierno, en la esperanza de tener mucha gente vacunada y los fondos europeos causando sus balsámicos efectos. El trío de la bencina se dedica a sostener este fuego cruzado desde las portadas. El País no ayuda mucho a contrapesarlos con el título sobre los fondos europeos. "Sánchez reparte 70.000 millones...". ¿Reparte millones? Suena a república bananera. A monarquía bananera, en este caso.
Los diarios de Barcelona vienen menos alterados que sus colegas madrileños, que no saben vivir sin fiebre ni frenesí. Sobre las portadas, sin embargo, se podría debatir si dan poca presencia a Marian Puig, el empresario de los perfumes muerto ayer. Su historia es una aventura emprendedora fenomenal. Queda un poco extraño —esto es muy opinable, claro— que alguien que puede ser presentado como un hombre de empuje y mérito pase por debajo de la conmemoración de la II República, que hoy cumple 90 años de su proclamación, un aniversario redondo. En estos momentos duros, la vida de Puig sirve de estímulo, de incentivo, más que el recuerdo de aquel periodo desordenado, agitado y convulso. Dirás que no hay que comparar una cosa y otra. Sí, pero el espacio de una portada de papel es un juego de suma cero: la superficie que das a un tema la pierde otro u otros. Quizá era el día de elegir a Puig.