La Vanguardia vuelve hoy a señalar al Gobierno como responsable de la baja ejecución en Catalunya de las inversiones presupuestadas por el Estado, que dejan al país falto de las infraestructuras que su peso y potencia piden y degrada las existentes. En portada se anuncia un reportaje titulado "Las diferencias de ERC y Junts paran proyectos" (en página interior el título es: "Aragonès y el ejército nimby"). El arranque de la pieza remarca el caos que supone la eliminación de los peajes de la autopista AP-7 —que depende del Ministerio del ramo, cosa que no se dice— y acto seguido, alehop!, se relaciona el caos con la ausencia del presidente Aragonès en el acto de Sabadell donde el gobierno español anunciaba la construcción de la Ronda Nord, que liberará —dicen, dicen, dicen— la presión sobre la AP-7. Lástima. Al diario le ha faltado un editor para decir que la decisión de liberar los peajes se planificó muchos meses antes de que Aragonès decidiera ausentarse del acto de Sabadell; que esta ausencia no es la causa de aquel caos. Es tan obvio el despropósito lógico que sólo cabe pensar que si lo han publicado está porque quieren vender esta bola a los lectores. La conclusión, sigue el texto, es que "el interés general ha desaparecido del lenguaje político" (olé tú) y que "Catalunya no quiere" (olé tú), etcétera. Hasta el último párrafo no habla de la actitud de la administración del Estado y gobierno españoles, que es el responsable directo de lo que hace con su dinero y sus competencias. El editorial de hoy no es tan fuerte como el del martes 31 de mayo, que acusaba directamente a la Generalitat del colapso en las obras públicas del Estado (sic). De entrada, este domingo dice que el gobierno español discrimina a Catalunya, da las cifras que demuestran el caso y cita al conseller Giró para calificar la situación de "humillante". Acto seguido, sin embargo, dice hasta el final que la culpa es de los desacuerdos en el Govern de la Generalitat, contra toda la evidencia de los datos que acaba de presentar. Increíble.

Cuesta entender el salto que da La Vanguardia entre los hechos y los responsables. El principal responsable es el ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y sus organismos, que representan más del 90%, de la inversión del Estado presupuestada en Catalunya, de la cual han ejecutado sólo el 30%. Para justificarse han utilizado las mismas razones que el diario —o quizás es que, por algún motivo, el diario ha hecho suyas las posiciones del ministerio. No se puede saber. Sí que se puede saber, sin embargo, cuál es la sensibilidad de La Vanguardia. Le ha costado cuatro días, 30 incendios forestales y más de 3.000 hectáreas quemadas poner en portada alguna foto de los fuegos que arden en Catalunya desde hace cuatro días y/o del  magnífico trabajo de los Bomberos y de las Agrupaciones de Defensa Forestal. Un día porque la tuneladora de la Línea 9 del metro de Barcelona —mira, una obra de la Generalitat que se reaviva. El otro porque Macron, Scholz y Draghi visitan a Zelenski en Kíiv. Ayer la foto mostraba el calor que pasan alumnos y maestros a las escuelas. Caramba, si hablas de ola de calor, ¿no es más apropiado publicar en portada la foto de los peores incendios forestales en años? Hoy tampoco es que sea la foto que más ayuda a entender la devastación que pasan en el Solsonès, la Noguera, la Terra Alta o el Garraf, porque es de un hidroavión cargando agua en la playa de Sitges. La combinación de poca sensibilidad con el territorio que sufre y piel fina con las obras públicas sin hacer no obedece a ninguna conspiración, quédate tranquilo, porque en los medios —como en casi todas partes— hay más incompetencia que mala voluntad. Eso no borra el hecho de que La Vanguardia sea el único diario del país que hasta hoy todavía no había puesto en portada una imagen de los fuegos de estos días. Y no sabes la mejor: la política de prevención de incendios sí depende del Govern de la Generalitat, no como las infraestructuras presupuestadas por el Estado y no ejecutadas. Es extraño que en La Vanguardia la Generalitat reciba de lo lindo por lo que no es cosa suya y pase incólume por aquello que sí que lo es.

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