El País vuelve a abrir su portada con más audios del excomisario José Manuel Villarejo. En los de hoy llama "hijos de puta" a los catalanes y a los vascos (perdón, es lo que dice Villarejo). Este hecho, tan ordinario en todos los sentidos, es grave porque trastoca aquel chiste tan simpático del madrileño que va en el AVE en Barcelona y se angustia porque los catalanes, que hablan una lengua complicada, el catalán, le pueden llamar "hijo de puta" y él no enterarse. Al llegar a Sants, pregunta a un indígena: "Oiga ¿cómo llaman aquí a los hijos de puta?" Responde el indígena: "Oiga, nosotros aquí no llamamos a los hijos de puta, vienen todos de Madrid" (es broma eh, que no se enfade nadie). Claro que el caso de Villarejo es diferente, porque se lo dice a Francisco Martínez, mano derecha de Jorge Fernández Díaz cuando era ministro del Interior y promovía la llamada policía patriótica del PP. Villarejo amenaza a Martínez con presentar ante notario las pruebas que vinculan a Interior con la Operación Catalunya contra el independentismo. Martínez le dice que tranqui y le hace entender que habrá mucho dinero. Todo hace pensar que quizás sí vienen de Madrid.

Qué lunes que nos espera. Si el día tiene el mismo tono que las portadas de los diarios, estamos apañados. Salvo la de El Punt Avui, que utiliza la nostalgia de Barcelona'92 para reclamar un modelo de ciudad que vuelva a hacer vibrar a los barceloneses y, por extensión, a los catalanes. Mejor eso que vendernos un país inexistente, como han hecho y hacen otros diarios y opinadores. Bien. El resto de impresos te deja con la cara pintada de ceniza, sobre todo La Razón, que pronostica un gran ascenso electoral del PP en España (es broma eh, que no se enfade nadie), y ABC, donde Inés Arrimadas amenaza con refundar Ciudadanos (es broma eh, que no se enfade nadie). Si las ves las portadas una al lado de otra te dará un ataque, porque parece que las hayan pensado y distribuido en un congreso de desgracias.

El Mundo habla de Ucrania, en concreto de la "guerra de los cereales". El ejército de Putin arroja bombas incendiarias sobre la inmensidad plantada de cereales de Ucrania. Han quemado 2.700 hectáreas, explica el diario. Desolación y tristeza. Ara cuenta que los inversores ya no ponen su dinero en las startups con tanta exuberancia como antes. El dinero es cobarde. El resultado es una ola de despidos. El Periódico cuenta una historia parecida pero de la Sanidad pública. Muchas historias de color negro. En La Vanguardia, el ministro de Agricultura español, un señor que se llama Luis Planas, dice que el "pacto del trigo" entre Rusia y Ucrania no es garantía de nada, peeeeeeeero que no tenemos que preocuparnos porque España tiene asegurado el suministro de los Estados Unidos. Este es el mensaje que el ministro quiere colocar. Nos da un poco de miedo con una situación espantosa (¡moriremos de hambre!) y acto seguido nos calma con una solución que él mismo ha promovido y que incluye a los EE.UU. Chill, baby. Últimamente hay mucha colaboración española con los EE.UU. El gas natural licuado, los cereales, los barcos de guerra en Rota... Todo eso debe tener un precio, que quizás incluye el abandono del Sáhara Occidental en manos de Marruecos. Duele decirlo porque es una especulación y, como sabes, el periodismo abomina de las especulaciones como los peces salir del agua (es broma eh, que no se enfade nadie).

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