Una de las sospechas era que Pedro Sánchez había convocado elecciones para el 23 de julio para evidenciar la dependencia electoral del PP con Vox a raíz de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. Para empujarlos a pactar a las puertas de los comicios. Y en este sentido, los rumores afirmaban que Alberto Núñez Feijóo haría lo imposible por dilatar al máximo las negociaciones con la extrema derecha para dejarlas después de las generales. En algunas comunidades, el reglamento permitía estirar como un chiclé el calendario, pero la sorpresa ha saltado tan pronto como el PP y Vox han pactado una coalición a las primeras de cambio en el País Valencià, visto y no visto. La velocidad valenciana y la obligación de pactar en decenas de ayuntamientos para echar al PSOE han constatado que a Feijóo no le ha temblado el pulso para acordar con Santiago Abascal y, de rebote, asumir sus postulados ideológicos, a cinco semanas para que se abran las urnas de verano. Aun así, la dirección del PP, por lo que refiere a la violencia de género, está empezando a dar marcha atrás en las últimas horas.
La experiencia valenciana es sintomática y quién sabe si paradigmática. El laboratorio en el País Valencià ha hecho aflorar la influencia de Vox sobre el Partido Popular. Basándonos en las 50 medidas conocidas este jueves, Carlos Mazón integra el marco ideológico y conceptual de la ultraderecha. ¿Cómo? Con un mensaje claramente anticatalán, prometiendo arrinconar al valenciano en las aulas, negando la violencia machista, agitando la xenofobia con un discurso del miedo contra la inmigración e insuflando el euroescepticismo. A pesar de la evidencia del texto, en las últimas horas, el mismo Feijóo ha salido al paso a raíz de la negación de la violencia de género por parte de dirigentes valencianos de Vox. En este sentido, el líder popular ha escrito en Twitter que "la violencia de género existe" y ha recordado que "cada asesinato de una mujer nos conmociona como sociedad". "El PP no dará ningún paso atrás en la lucha contra esta lacra", ha sentenciado Feijóo para poner distancia con sus socios valencianos.
Por ahora el valenciano es un primer proyecto, que Alberto Núñez Feijóo ha validado, a la espera de que el PP y Vox cierren las negociaciones que tienen abiertas en Aragón, Extremadura, las Islas Baleares y Murcia. En esta última comunidad, la extrema derecha ha amenazado con repetir elecciones después de que los populares los hayan excluido de la mesa por un pacto con el PSOE. En la Región de Murcia, el PP necesita dos abstenciones de Vox para gobernar en minoría. En Cantabria se ha desligado del partido de Abascal gracias a la abstención del Partido Regionalista de Cantabria (PRC). En cualquier caso, la rapidez en Valencia contrasta con la lentitud de la negociación del resto de comunidades.
En los municipios, que se tienen que constituir este sábado y tiene que salir un alcalde sea como sea, las dos fuerzas a la derecha del PSOE han acelerado los acuerdos y las coaliciones de derechas están cayendo una a una. Hasta este viernes, ya se han avanzado decenas de pactos para gobernar juntos, también en capitales de provincia como Toledo, Burgos, Valladolid, Guadalajara y Ciudad Real. También se han sumado a este bloque de acuerdo en la población valenciana de Elche. El goteo de pactos es cuestión de horas.
La justificación del PP: "La estabilidad"
En cualquier caso, el pacto en el País Valencià ha sido rápido, contundente y lleno de cesiones a la extrema derecha. La línea argumental de Feijóo para justificarlo es que el PSOE no ha querido dejar gobernar a la lista más votada y que, por lo tanto, "no hay había ninguna otra opción" que hacer la coalición con Vox para asegurar "la estabilidad". De hecho, este jueves, desde Palma de Mallorca, al líder conservador lo ha asumido como un mal menor y se ha defendido de los ataques criticando la política de pactos del PSOE. "Sánchez decide con quién se puede pactar y con quién no (...) Cuando el PSOE pierde se tienen que repetir elecciones. Y cuándo el PP gana no puede pactar con nadie", ha aseverado al lado de la futura presidenta balear, Marga Prohens.
De esta manera, bajo el argumento de que la negativa del PSOE no ha dejado otra posibilidad, Feijóo asume el riesgo de naturalizar los acuerdos con Vox, a falta de más de un mes para las elecciones generales del 23 de julio. Más allá de Valencia, hay que recordar que el PP y Vox ya gobiernan juntos en Castilla y León desde febrero del año pasado. De hecho, Feijóo validó aquella foto nada más acababa de asumir las riendas del partido. En aquella ocasión pasó de puntillas, no asistió a la investidura y atribuyó aquella coalición a la etapa anterior de Pablo Casado. A pesar de la asunción de esta realidad, la dirección del PP fundamentará la campaña electoral para el 23-J con la idea de tener la fuerza suficiente para gobernar en solitario, en contraposición al ruido que a su entender han provocado el PSOE y Unidas Podemos. En una entrevista en Onda Cero, Feijóo pidió a los españoles "una mayoría suficiente" para repetir los resultados de Andalucía, Galicia o Madrid. Después del 23-J, tan solo la calculadora tendrá la solución.