El Mundo: "Los Mossos ceden al separatismo la calle para acosar a los jueces"; El País: "La Guardia Civil se queja de la falta de colaboracion de los Mossos en la operación"; ABC: "Asedio impune en la Guardia Civil. Una polémica actuación de los Mossos obliga a los agentes a estar casi 24 horas encerrados en la sede de Vicepresidencia"; La Razón: "Un cabo de los Mossos estuvo en la revuelta separatista".

En las crónicas políticas que los diarios de Madrid publican sobre la larga noche vivida en la sede de la Conselleria de Economía, ocupada por agentes de la Guardia Civil en el marco de la macrooperación policial contra la organización del referéndum convocado por el Govern para el próximo 1 de octubre aparece un responsable de la situación, que en ningún caso serían ni los agentes policial-militares españoles ni quien les ordena asediar dependencias del Govern.

Según esta versión de los hechos, la tónica es siempre la misma: los Mossos no actuaron con la diligencia esperada -algunos de ellos por ser declaradamente independentistas-, que presuntamente habría sido actuar contra la ciudadanía que decidió reunirse en las calles para protestar por los registros en varias conselleries y la detención de altos cargos del Govern y, por lo tanto, estarían bajo sospecha de no ser lo bastante fiables en ojos del gobierno español.

Además, las imágenes de los vehículos de la Guardia Civil, que se convirtieron en escaparates de toda la cartelería a favor del referéndum que los mismos agentes españoles no han sido capaces de requisar, ha servido como testigo de cargo de esta supuesta inacción de los Mossos. Unas imágenes que, además, contrastan con las furgonetas de los Mossos llenas de flores como muestra de orgullo de la ciudadanía los días posteriores al trágico 17 de agosto.

Intervención de los Mossos

El runrún de todo ello es bastante evidente, la prensa española continúa la ofensiva contra los Mossos d'Esquadra, iniciada a raíz del aumento de popularidad que les supuso la operación contra la celula terrorista que atentó en la Rambla de Barcelona y el Paseo Marítimo de Cambrils.

Si hace unas semanas se cuestionaba la operación policial catalana contra el yihadismo, ahora se ha abierto un nuevo frente provocado precisamente por la sobredimensionada presencia policial española, acantonada en un cuartel improvisado a modo de barcos transatlánticos. A los Mossos d'Esquadra se les pide colaboración con el resto de cuerpos cuando éstos se dedican a hacer demostraciones de fuerza que son contestadas por la ciudadanía y, poco a poco, se intenta consolidar el relato que la policía catalana no es suficientemente fiable.

Si el objetivo final es el control de los Mossos por parte del Gobierno, presumiblemente vía la delegación española en Catalunya, el relato de los medios periodísticos madrileños se dedica estas jornadas a allanarles el camino y a tratar de preparar a la opinión pública para el día que el gobierno español pretenda tomar el control de la policía catalana.